12 de abril de 2020 ¡llegaron por fin los 40! Pero ni por asomo pienses que esto del encierro lo hace menos especial de lo que en realidad es. Llevo 4 décadas completas sumando anécdotas y con suerte vendrán otras 4 más.
El viernes recibí un ramo de rosas que mi familia compró para recordarme que siguen ahí, aunque en la distancia, conmigo siempre. El sábado fue una caja con diferentes tipos de quesos y un vino blanco para acompañarlo, junto con la tarta que yo misma me dediqué.
Hoy sumo también una pequeña cama elástica individual; un capricho mío que he querido concederme para hacerme este cumple más divertido y porque ¿no son los aniversarios momentos para caprichos?
Antes decía que quizás con suerte celebre otras 4 décadas más. Eso solo son 40 veranos, 40 navidades y 40 vacaciones. Un amigo me dijo una vez que son demasiado pocas para permitirse el desperdiciar alguna, así que voy a saltar en mi cama elástica todas las veces que me apetezca.
Cuando llegué a Valencia por trabajo, sobre el año 2001, me enamoré de Valencia. Trabajaba cerca del cauce del río y podía salir a correr o a pasear por allí constantemente ¡me parece fantástico! Pocos lugares tienen la suerte de contar con lugares así.
Empecé en un nuevo gimnasio, probé nuevas actividades e hice nuevos amigos. En esos primeros años era todo bastante nuevo y divertido; 4 compañeras compartiendo piso, cenas de chicas y salidas a probar nuevos lugares donde comer o cenar. Incluso estuve pluriempleada en un horno ¡qué bueno! Había tiempo para todo.
Realmente conocí lugares muy curiosos y bonitos; el pequeño jardín de la plaza de la Virgen, en homenaje al primer ayuntamiento que tuvo Valencia y que desapareció en un incendio; la plaza de la Almoina; los locales y bodegas de la calle Quart; el Palacio del Marqués de Dos Aguas; la lonja y el mercado central, el restaurante de la calle de l'Herba, el café las horas, las cervecerías de Ruzafa o la crepería que tiene un autobús en lugar de una barra.
No quiero que los alrededores de Santa Clara, en Castellón, se sientan celosos por estas declaraciones, porque esas callejuelas y los locales que esconden no tienen nada que envidiar ni si quiera al barrio del Carmen en sus mejores momentos.
Casi veinte años me separan de aquellos días, pero no han terminado los detalles por descubrir ni los sabores por probar o los lugares por conocer y nada enriquece más que seguir sumando.
Hoy cumplo mis cuarenta y mañana un día más.
El viernes recibí un ramo de rosas que mi familia compró para recordarme que siguen ahí, aunque en la distancia, conmigo siempre. El sábado fue una caja con diferentes tipos de quesos y un vino blanco para acompañarlo, junto con la tarta que yo misma me dediqué.
Hoy sumo también una pequeña cama elástica individual; un capricho mío que he querido concederme para hacerme este cumple más divertido y porque ¿no son los aniversarios momentos para caprichos?
Antes decía que quizás con suerte celebre otras 4 décadas más. Eso solo son 40 veranos, 40 navidades y 40 vacaciones. Un amigo me dijo una vez que son demasiado pocas para permitirse el desperdiciar alguna, así que voy a saltar en mi cama elástica todas las veces que me apetezca.
Cuando llegué a Valencia por trabajo, sobre el año 2001, me enamoré de Valencia. Trabajaba cerca del cauce del río y podía salir a correr o a pasear por allí constantemente ¡me parece fantástico! Pocos lugares tienen la suerte de contar con lugares así.
Empecé en un nuevo gimnasio, probé nuevas actividades e hice nuevos amigos. En esos primeros años era todo bastante nuevo y divertido; 4 compañeras compartiendo piso, cenas de chicas y salidas a probar nuevos lugares donde comer o cenar. Incluso estuve pluriempleada en un horno ¡qué bueno! Había tiempo para todo.
Realmente conocí lugares muy curiosos y bonitos; el pequeño jardín de la plaza de la Virgen, en homenaje al primer ayuntamiento que tuvo Valencia y que desapareció en un incendio; la plaza de la Almoina; los locales y bodegas de la calle Quart; el Palacio del Marqués de Dos Aguas; la lonja y el mercado central, el restaurante de la calle de l'Herba, el café las horas, las cervecerías de Ruzafa o la crepería que tiene un autobús en lugar de una barra.
No quiero que los alrededores de Santa Clara, en Castellón, se sientan celosos por estas declaraciones, porque esas callejuelas y los locales que esconden no tienen nada que envidiar ni si quiera al barrio del Carmen en sus mejores momentos.
Casi veinte años me separan de aquellos días, pero no han terminado los detalles por descubrir ni los sabores por probar o los lugares por conocer y nada enriquece más que seguir sumando.
Hoy cumplo mis cuarenta y mañana un día más.
Hoy nos ha sabido a poco pero estás perdonada por ser tu cumpleaños. ¡Que cumplas muchos más! En libertad...
ResponderEliminarGracias. Un beso
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ResponderEliminarRealmente es curioso. Vaya casualidades tiene la vida, blogeando y me encuentro hoy con este blog, justo el mismo día que cumples 40. La vida es lo que tiene.
ResponderEliminarSí, cosas que pasan, pero si te quieres poner al día, tienes más de 20 post anteriores para leer. Un abrazo y gracias
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