Durante mucho tiempo pensé que sostenerme significaba resistir. Aguantar, tragar, no derrumbarme aunque por dentro estuviera hecha pedazos. Como si ser fuerte fuera sinónimo de no pedir ayuda, de no mostrar grietas, de sonreír incluso cuando la vida me dolía.
Y es que reconozco que siempre me he sentido fuerte, pero eso también significaba interiorizar ese ser fuerte contra viento y marea, parecerlo, seguir adelante aunque, como decía Stallon es Rocky Balboa, la vida te golpee. Eso unido a una alta auto exigencia me han permitido flaquear pocas veces y durante periodos cortos, porque había que seguir adelante, como si nadie fuera a venir a darme la mano, como eso fuera algo que no podía pararme a pensar ni a esperar. Eso era cosa mía y, como dicen ahora, "una lloradita y a seguir".
Pero un día entendí que esa no era fortaleza: era soledad disfrazada. Era cargar con todo a costa de mí misma. Y lo entendí el día que de verdad tuve que pedir ayuda, cuando sentía que no podía sola.
Hoy sostenerme tiene otro significado. Ya no es soportar, es apoyarme en lo que me hace bien. A veces son personas concretas, otras son pequeños rituales diarios y otras veces, es ese espacio interior donde recuerdo que soy más grande que mis miedos.
He descubierto que tengo redes invisibles que me sostienen:
- 
Una palabra inesperada de alguien que me quiere bien. 
- 
Una frase en un libro que parece escrita para mí. 
- 
Una caminata en silencio en la que, de repente, todo encaja. 
- 
La certeza de que he sobrevivido antes a lo que pensé que no podría. 
- Mi familia. 
- También, por qué no, el apoyo profesional siempre que lo necesito. 
Y otra cosa que he descubierto es que esas redes no son casualidad: se construyen con las elecciones que hago cada día. Con lo que decido escuchar, con lo que decido creer, con las personas que dejo entrar en mi vida y, sobre todo, con la forma en que me hablo a mí misma.
Cada vez que me elijo, que me trato con respeto, que pongo un límite, digo que no o celebro un pequeño logro, estoy creando fortalezas nuevas para mí misma, pilares nuevos bajo mis pies, fuertes y poderosos. No se ven desde fuera, no llenan titulares, pero se sienten. Y son esas fortalezas las que hacen que hoy pueda sostenerme sin miedo a caer, porque sé que incluso si caigo, hay red.
Sostenerme ya no es aguantar en soledad: es reconocer que estoy hecha de hilos visibles e invisibles que me conectan con la vida, con otros y conmigo misma. Es elegirme, cuidarme, protegerme, respetarme.
Y cada hilo, por pequeño que parezca, me recuerda que no estoy sola y que mi fuerza no depende de resistir, sino de sostenerme con amor.
Es una parte de mi autocuidado, pero también ha sido un viaje de descubrimiento que te recomiendo. Y si tú has pasado por un proceso similar ¡me encantará leerte! Y desde aquí te envío un fuerte abrazo y mucha energía positiva.
Pero si quieres seguir nutriendo esas fortalezas nuevas, acompáñame en el Club Reprograma tu Mente en Patreon. Allí comparto recursos exclusivos, audios especiales y herramientas para entrenar tu mente y recordarte cada semana que no caminas sola.

Comentarios
Publicar un comentario
¿Te ha gustado? Dime cosas.