¿Quién no sueña con el amor a los 20 años?  Pero con un amor de película: trascendental, electrizante, lleno de promesas y con ese punto de magia que nos hace suspirar solo con ver su nombre en la pantalla del móvil. A esa edad, todo lo que brilla parece verdadero. Todo lo intenso parece eterno. A los 30, en cambio, el amor empieza a parecer más cultural que emocional. Más paso lógico que impulso genuino. Una especie de casilla a tachar: para ir al cine, para formar una familia, para encajar en la narrativa social de "lo que toca". Con suerte, encuentras a ese cómplice con quien hablar de todo lo que te pasa por la cabeza. Con suerte. Pero… ¿y a los 40? A los 40 entiendes que el amor que de verdad te transforma no siempre incluye una pareja. Porque cuando crees haber encontrado a ese compañero con el que compartirlo todo, te dejas llevar. Te relajas. Te entregas. Te acomodas en la idea de que todo saldrá bien porque las intenciones son nobles y el amor parece real. Hasta que ...
En este blog voy a hablar de barbaridades, de todas las que me apetezca. Comentaré situaciones de todo tipo, mi experiencia con Tinder, los achaques que me surjan y todo lo que me dé la gana.