A veces la vida nos da uno de esos vuelcos que nos ponen del revés y, al mirar atrás, parece que se trate de otra vida y de otra persona. Hace unos tres años yo tenía una proyección muy diferente a la que podría tener ahora, incluso llegué a imaginar una vida feliz en familia que se desvaneció por completo y con secuelas que pesan bastante todavía. Pero bueno, eso pasó, desapareció. Otra mudanza, otro entorno, otros objetivos... Otra vida.
Yo tengo mi "tierra", mi pequeño hogar o refugio en el que he vivido muchos buenos momentos y algunos bastante malos, pero sé que lo tengo. Ese sitio que siempre va a estar ahí y siempre me va a acoger, pero mi alma viajera no se ha apaciguado con los años ni tampoco con las mudanzas. Ahora creo que mi hija necesita arraigo para crecer y descubrir el mundo desde la seguridad de un hogar sólido, sin embargo a veces vuelvo a fantasear con conquistar otras cimas.
¡Pobre ingenua! Ni si quiera soy capaz de recuperar mis pequeños hábitos de antes del embarazo y ya sueño con volar más alto. Pero es bonito tener sueños.
Te contaré que este año hace ya 20 que publiqué mi primer libro ¡ya hace 20 años! Y solo faltan 10 días para que cumpla mis 45 primaveras, un número precioso y que seguro me depara fantásticas experiencias. Así que quiero una fiesta, una fiesta en septiembre con mi familia, algunos amigos y quizás algunos desconocidos. Una fiesta con libros, con algo de comer, con música y llena de sonrisas.
Hace casi 20 años que publiqué mi primer libro y ya llevo seis, pero también tengo dos más en la recámara y otros tres empezados. Si mi ordenador pudiera hablar... No me hablaría.
¡Me gusta escribir! De hecho me encanta y creo que es realmente algo bonito para celebrar, una primera vez, un primer borrador, una primera ilusión... Ahora soy incapaz de releer aquel primer libro porque me da incluso vergüenza ¡de verdad! Veo la inmadurez de mis palabras y me sonrojo tontamente ¡sin duda era otra persona!
Pero recuerdo los libros que llegaron después de ese y las veces que algunos lectores me han buscado y me han escrito, por email o por las redes, para dedicarme algunas palabras bonitas de agradecimiento ¡eso sí que da calorcito! Porque uno solo de esos comentarios hacen que todo valga la pena.
Ahora estoy atravesando un pequeño bache, nada grave, solo un resbalón que se atenuará con cariño, comprensión y paciencia, pero por el horizonte asoman los primeros rayos de sol y el camino empieza a iluminarse de nuevo. Nuevas ilusiones, nuevas experiencias que vivir con mi pequeña y mucho que hacer ¡así es la vida!
Comentarios
Publicar un comentario
¿Te ha gustado? Dime cosas.