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Indignada y anonadada a partes iguales

Voy a utilizarte para desahogarme un poco y de paso te cuento algunos chismes.

En las últimas semanas he sido testigo de varias conversaciones entre hombres que me han irritado considerablemente, no los hombres en sí, que no los conozco, sino lo que decían de sus mujeres y las mujeres en general. Que dirás "¿y por qué escuchas conversaciones ajenas?", una que va a tomarse el café al bar cuando no suele haber mucha gente y mira, que se oye todo te pongas donde te pongas. Y dirás "¿es que antes no ibas al bar?", pues quizás no tanto, pero llevo aquí ya un año y me apetece "gente", aunque no socialice y no me líes porque eso no tiene nada que ver con las conversaciones que mantienen algunos hombres en los tiempos que estamos.

Si te digo la verdad, me sorprendió mucho porque pensé que eran cosas superadas hacía décadas, pero parece que no y lo más hiriente es que eran hombres jóvenes, nada de viejas glorias inconexas con el contexto actual.

En una ocasión había dos hombres enseñándose el móvil mutuamente, que lo vi porque estaba en la barra pidiendo café y los tenía de cara. Uno con los ojos como platos y el otro con sonrisa de medio lado, ahí los dos revisando a saber qué. Pero, el que parecía el dueño del móvil, dice: "pues esto lo tengo guardado con el nombre de Catálogo de bicicletas, para que mi mujer no lo mire". Y después de intercambiar varios trucos personales para ocultar informaciones que no querían compartir con sus parientas, acaban diciendo "es que las mujeres son complicadas ¿por qué serán tan complicadas".

¡Madre mía! Pa'habernos matao.

Y otro día, en la mesa junto a la mía, en la terraza, que por cierto era una gozada con el solete, se sientan tres maromos y, en un momento dado, empiezan a hablar de algo relacionado con el porno, pero quejándose por sus mujeres como si hubiera algún tipo de incompatibilidad mientras dos de ellos afirmaban que no se lo contarían a ellas ni locos.

¡Vaya tela!

Que digo yo, hombres humanos que esconden así las cosas que les gustan o que se niegan a compartirlas con sus parejas ¿qué van a entender? Si es probable que no hayan mantenido una conversación marital sincera en su vida. Hoy en día, si te gusta rascarte un pie o chupar el asfalto se lo comentas tranquilamente a la persona con la que compartes lo-que-sea, porque de hecho es justo eso lo que cimenta la complicidad, el compartir esas cosas que no sabe nadie más o casi nadie más excluyendo a los colegas del bar.

Cómo es posible que pretendan, llevando esa especie de relación a medias, que la otra persona sea abierta, sincera y clara con sus cosas personales. Y lo mejor es que yo me los imagino a solas y a escondidas, uno con su porno y la otro con su vibrador, manteniendo vidas paralelas y fantaseando con tener "una relación mejor, con alguien que de verdad me entienda y me quiera como soy".

¡Tócate los pies!

Las relaciones son complicadas, te lo compro, pero porque no ponemos de nuestra parte y por eso somos nosotros los que las hacemos complicadas. Que no vas a desvelar todos tus secretos el primer día, que eso es un camino que lleva tiempo, pero tu pareja necesita saber que eres una persona humana normal, con debilidades, con fantasías, con gustos, con preferencias, exactamente igual que ella. Ser consumidor o consumidora de porno podía dar vergüenza cuando había gente que se tragaba las películas del canal plus codificadas, pero hombre... Que es una industria que sigue moviendo toneladas de billetes, que está a la orden del día. ¿Y qué le vas a esconder, que te gustan las mujeres exuberantes, guapas o con curvas? Madura, a ella también le gustarán los hombres atractivos y quizás hasta piense en alguno de ellos mientras estáis en la cama.

Por otro lado ¿quién puede conocer a alguien con quien mantiene una relación si resulta que es una persona tan opaca o con tanto ocultismo?

Puede que también haya que preguntarle a su mujer (en el primer caso) por qué iba ella a mirarle el móvil al susodicho marido, pero este detalle, dentro de toda esta historia, casi me parece una minucia.

De verdad, no sé si es el miedo al rechazo, el qué dirán, algún tipo de vergüenza o alguna rara sensación de ser un hombre humano más del montón, sin nada especial, pero hay que superar estas tonterías y ser capaz de decir las cosas como son, de apoyarte de verdad en tu persona de confianza, en tu pareja y de crear entre ambos algo que sí sea especial, único y diferente. He dicho.



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