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Ya tengo los 41 más que cumplidos ¡todo controlado!

Reconozco que estas cosas me divierten muchísimo, esto de contarte historias y buscar experiencias elocuentes que nos distraigan a ambos. Aunque a veces son solo anécdotas rancias o días diferentes o un resumen de los acontecimientos, pero oye, que hay días que dan risa, hasta a mí.

Y es que ¿tú sabes ese filtro que tenemos todos y que nos evita soltar cada chorrada que se nos pasa por la cabeza, así sin más y ahorrarnos un mal rato innecesario? Pues el caso es que a mí solo me funciona a veces. Algo que creo que se debe a esa pizca de Asperger que se esconde en mi ADN. Aunque lo cierto es que ya te confirmo que no mejora con la edad, porque el lunes mismo (el día de mi 41 cumple) solté una de esas que todavía me está retumbando en los oídos ¡¿pero por qué se me escapan estas barbaridades así sin pensar ni na?! Increíble ¡parezco nueva!

Y debo decir que no fue en un entorno familiar, que siempre son más comprensivos. No. Se me escapó ahí, en medio de la oficina y rodeada de compis con los que he tratado LO JUSTO. ¡Madre mía! No entiendo porqué no vamos con instrucciones de uso, sobre todo cuando nos movemos en ambientes desconocidos o poco frecuentados. ¿Sabes a qué me refiero? Yo necesito ese cartel de "déjame ser libre, porque a veces no sé ni lo que digo". Sin duda mi vida sería más fácil.

Los adultos somos la bomba. Claro que, horas después, sería yo la que presenciaría una discusión entre dos hombres (de cincuenta y pico uno y de más de sesenta años el otro) que se limitaban a "¡no mientas!" (de una parte) y "¡mentiroso tú!" (de la otra). Te prometo que me di la vuelta para que no vieran que me estaba riendo mientras ellos seguían a voz en grito sin conclusión posible en el horizonte. Casi llegan a las manos. Aun así, toda esa violencia verbal terminó en tablas, es decir ¡no sirvió para nada!

Supongo que esto deja mis comentarios fuera de lugar bajo un "cosas que pasan, pero sin mayor importancia". Espero que el noventa y pico por ciento de mis conductas habituales conviertan la del lunes en un caso aislado. ¡Que vergüenza!

¿Sabes si habrá cursos para fortalecer el filtro mental? Quizás ejercicios, como los que se ofrecen en cualquier rehabilitación física.

Pero bueno, que ya tengo 41 ¿ves? No ha sido para tanto. Todavía me caben los mismos pantalones de la semana pasada, aunque oye, hay como una campaña social que se empeña en que interioricemos esa cuenta atrás de nuestra propia caducidad ¿no? A partir de los 35 la fertilidad disminuye, a partir de los 30 se empieza a perder masa muscular, a partir de los 40 también se reduce poco a poco la masa ósea, la jubilación, el cambiar el running por el aquaerobic para reducir el impacto, cremas antiarrugas para las primeras líneas de expresión (a partir de los 25) o para los surcos esos que tienes ahí (después de los 30)... 

En fin, que hay que hacerse una matriz de confluencia para ver con claridad cuándo hay que empezar a hacer qué y las opciones que sirven para un solo objetivo o para varios ¡qué complicado!

Estas son las típicas cosas que años después te dan un tirón de orejas mental del tipo "¿ves? Si hubieras hecho esto con tiempo cuando lo sabías, no habrías llegado a esto otro", algo que a los dentistas les encanta emplear ¡son expertos en despertar nuestros sentimientos de culpa! Aunque las campañas de cosmética no se quedan atrás.

Y, al otro lado de todo este exceso de recomendaciones, actividades y rutinas que debemos ir incorporando a nuestras vidas con cada año que pasa, está LA RESISTENCIA. Todos esos colectivos fantásticos que tiran de la cuerda hacia el otro lado con cosas como: "pepa mari tuvo un hijo a los 50", "los 40 son los nuevos 20", "hay soluciones protésicas o plásticas para cualquier cosa", "eres una milf (qué inventazo para subir la autoestima después de ciertos umbrales)" o mis favoritos: "las mujeres envejecemos como el vino" y "pasamos de ser jóvenes a estar fantásticas para la edad que tenemos", un poco de maquillaje desde el lado bueno de la vida.

¿Qué crees tú que sería lo más lógico? Pues está claro, el punto medio. Eso de cuidarse sin obsesionarse, pero ¿qué es lo que pasa con más frecuencia? Que nos quedamos con eso del vino y seguimos adelante.

Por cierto, anoche éramos tres en el piso de la empresa; la directora de logística, la de recursos humanos y yo. Porque algunos días de la semana estar aquí durmiendo es como hacerlo en una residencia de estudiantes; baja mi rendimiento laboral nocturno, pero aumenta la recarga de las pilas, esas que van a base de socialización.

Y, como fue mi cumple, compraron cosas para hacer una cena especial para las tres y cocinaron mientras yo terminaba de escribir unos artículos. No te puedes imaginar lo rico que estaba todo y el detallazo que fue todo eso. Suplió con creces el que este año no haya celebrado el día de mi nacimiento y entre eso y la botella de vino que nos ventilamos... Tuvimos las conversiones más divertidas de la semana (quizás del año), que por supuesto es totalmente imposible que yo reproduzca fuera de ese círculo.

Qué bonito es poder hablar con las personas que te rodean como lo harías contigo mismo, sin esos rebotes mentales y sin la incomodidad de tener que medirse.



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