¡Ya estoy instalada en Alcoy! Aunque solo he dormido dos noches en mi nueva cama, pero bueno, hay cambios, sin duda.
La mudanza en sí fue fenomenal, es lo que pasa cuando confías en profesionales (un abrazo fuerte y muchas gracias por todo). Pero no todo fue bueno, perdí a mi peluda por el camino. Esa gatita pelirroja que llevaba conmigo más de un año. Un golpe duro, no lo esperaba.
He puesto en alerta a las protectoras, pero soy consciente de que si no pude hacer nada yo, que soy la que le daba de comer, no creo que los desconocidos tengan más suerte.
Me ha dejado un pequeño vacío; creí que lo nuestro estaba progresando y ahora no estoy segura de si alguna vez se llegó a adaptar a la vida que yo le ofrecí.
Era bastante gracioso verla seguir a Atila allá donde este iba. Atila es mi gato malcriado, el rey de la casa, que con casi 8 años sigue siendo igual de ñoño y de quejica que siempre. Un gato sin maldad ninguna, muy sociable y un poco puñetero cuando le interesa. Tal parece que era la figura de referencia de la pequeña peluda. Ella cumplirá 2 añitos el 10 de septiembre.
A pesar del recuerdo que me dejó lloré su pérdida, porque sé que solo fue instinto, que estaba asustada y que reaccionó. Nada más. Y la imagino muerta de miedo bajo algún coche y pasando frío, aunque evitarlo hubiera sido súper fácil: solo tenía que dejarse querer. Pobre.
El domingo tuve también ayuda. Una amiga y compi de trabajo, se vino conmigo para ayudarme a desencajar. Así que comimos juntas por aquí cerca de casa ¡todo un descubrimiento! El restaurante “Arrels”, de Alcoy, es espectacular y está todo buenísimo.
El vino relajó un poco la situación, la tensión vivida, el dolor y las experiencias de un día muuuuuuuy largo. Así que, lo que suele pasar. Nos contamos cosas personales, lloramos juntas, reímos juntas y pasamos un rato fantástico.
La tarde ya fue otra cosa.
Estuvimos guardando trastos hasta las 21:00h o más y paramos por aburrimiento. Yo todavía tenía el pisito de Banyeres patas arriba, porque claro, no era una mudanza desde Torrent a Alcoy, era un dos en uno. Piso de empresa + el mío = todo al piso nuevo.
Así que me fui a llevarla a Banyeres y me quedé allí a dormir. De hecho, caí muerta en cuanto aterrizamos.
Pero antes de todo eso, antes incluso de coger el coche, salimos de casa cargadas con basura y restos de la mudanza en busca de contenedores ¡curioso! En Torrent hay uno en cada esquina y varios cada dos, para poder separar. Pues eso mismo no pasa aquí.
Miramos a izquierda y derecha y nada en el horizonte. Empezamos a andar cargadas hacia el coche y nada. Pasamos el coche y nada. Preguntamos a una mujer y nos mandó varias calles más hacia abajo. Estábamos anonadadas ¿los alcoyanos no generan desperdicios?
Y lo cierto es que pasábamos por unas y otras calles y ni rastro de contenedores. Tuvimos que volver a preguntar, esta vez al camarero de un restaurante chino que nos indicó que había que andar todavía un poco más. Al final llegamos ¡increíble! Anoté mentalmente que eso podía ser un problema o una oportunidad para llegar a los 10.000 pasos diarios ¡según se mire!
¿Más cosas? Resulta que mi nuevo piso es como un búnker. No solo no tengo Internet (hasta que no vengan a hacer la instalación para trasladar los servicios que tengo contratados), es que no tengo ni cobertura. Nada. No puedo abrir emails desde el móvil ni ninguna página web ni redes sociales ¡nada de nada! Y lo pero NO PUEDO TRABAJAR DESDE CASA. Eso sí que es un problema porque no hay hostelería abierta cuando yo termino de trabajar y no tengo escapatoria.
Esto me agobia un poco porque estoy retrasando entregas y dejando de hacer cosas que debo hacer, incurriendo en retrasos y en incumplimientos de contrato con mis clientes ¡un auténtico desastre que ya veré cómo soluciono!
Tampoco va la televisión, creo que la antena tiene algún problema y el mando que hay no corresponde a la tele que tengo, así que nada, tampoco puedo probar a resintonizar los canales o alguna otra opción.
Así que salgo de casa por las mañanas y empiezan a sonar whatsapp y demás intentos de contacto de la noche anterior, pero como voy a la oficina, tampoco puedo entretenerme mirándolos todos o contestando y hoy he visto que tenía casi 300 correos ¡una locura! Voy a necesitar vacaciones para ponerme al día en el trabajo.
Otra cosa curiosa son los servicios. A mí no me gusta especialmente ir de compras ni siquiera con la ropa, por lo que prefiero ir a lo seguro y nunca me pruebo nada. Y con las cosas de casa o la comida pasa lo mismo. Voy al salir de trabajar, lleno un carro hasta los topes y me lo traen a casa o compro a través de la app y programo la entrega para últimas horas de la tarde, cuando yo ya he llegado. Bueno, eso era antes. En Alcoy no pasa eso porque NO TE LO TRAEN A CASA ¿estamos locos?
Hoy he tenido una conversación al respecto con un repartidor que me tenía que entregar mi nueva alfombra de vinilo para la cocina. Me llama el hombre para decirme que solo reparten por las mañanas y le digo: “¿y la gente que trabaja por las mañanas no puede comprar?”. Otro punto negativo.
Me he quedado traspuesta pensando en las cajas de 28 kilos de arena para gatos que me enviaban directamente hasta la puerta de mi casa ¿cómo pretenden que manipule yo eso y desde dónde?
Ha sido gracioso cuando me han preguntado si podían dejárselo a algún vecino. No sé si aquí funcionan ese tipo de favores vecinales o si habrá alguien en mi finca que no trabaje por las mañanas, pero es imperativo, TENGO QUE RELACIONARME CON LOS VECINOS.
¿Cómo hacen los americanos? ¿Llaman a las puertas y ofrecen tarta casera? Podría probar. Hay una pastelería cerca de casa.
Y bueno, poco más te puedo contar de mi odisea de los primeros días. Que puse la lavadora el lunes, tendí la ropa porque hacía un sol estupendo y no ha dejado de llover desde entonces. Alcoy intenta decirme algo...
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