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Nos concedemos un día de mecagoentodo y después lo del piso franco

Esto vale para cuando estás saturado o para cuando tienes la tripa un poco suelta, pero los días de "mecagoentodo" son necesarios de vez en cuando ¡y muy recomendables!

Tanta tensión acumulada; que si hay que ser puntual en las videollamadas, que si las noticias, que si los comentarios, que si el blog, que si el trabajo, que si llamadas a nuevos clientes, que si hay que salir a aplaudir, que si preparar programaciones para redes, que si ¡joder, que ya es hora de cenar! Y yo con estos pelos.

Pues hoy toca, hoy toca liberar tensiones y cagarse en todo. Cada cual puede escoger si es literal o figuradamente.

En las redes parecemos tan preocupados por buscar culpables que nos retroalimentamos unos a otros para mantener vivo el cabreo con el Gobierno. Pero te asomas a las 11 al balcón y hay gente de paseo y actividad automovilística, quizás no como un día normal (antes de este expediente x), pero sí excesiva para los BOE que corren, que parece que cada día aprietan más.

Luego el estado de los autónomos, que estamos con facturas pendientes de cobrar y ya no sabemos qué hacer para conseguirlo, mientras tanto sí que tener que pagar por ellas (el IVA) y nos han dejado en un limbo profesional; ni podemos darnos de baja ni nos corresponden ayudas ¡y olé!

¡¡¡Mecagoentodooooooooooooooooooooo!!!

Vale, dicho esto, sigamos. ¡Y otra vez a llover! ¿Es precís?

Creo que ahora toca abstraerse un poco, total, los problemas que no tienen solución los podemos desconectar porque no se van a solucionar y los que sí que la tienen pues pues pues... Que sigan su curso y los solucionaremos, cuando podamos.

Toca ya coger el unicornio y darse una vuelta.

Os voy a contar un rollo de cuando era joven. Antes de entrar en la universidad, durante los primeros años en el Ministerio de Defensa, yo trabajaba por las tardes como peluquera a domicilio, como una especie de prácticas, aunque finalmente solo tenía una clienta habitual, bueno, unas.

Era uno de esos pisos francos que una mujer alquila para tener allí su exposición permanente de mujeres de moral laxa. Era enorme y estaba por la avenida del Cid.

Era muy curioso acudir allí y estar en ese entorno. Yo solía pasarme una vez al mes y en cuanto llegaba me metían en la cocina escoltada y franqueada para que nadie me viera ¿o sería para que yo no viera a ningún cliente? Era como estar haciendo algo raruno.

- "¡Está aquí Vanesa! ¿Está despejado?"
-  "No, aguántala un poco en la puerta y yo os aviso".

¡Toda una aventura!

Yo solía peinar siempre a la dueña o madam o señora más mayor del grupo, que era la única que iba vestida de calle y el resto de la chicas pues según, unos meses a unas y otros a otras. Además de los tintes y lo que fuera.

Una de las cosas más llamativas era que su pico de trabajo solía ser a mediodía. Ellas decían que era cuando los hombres salían a comer y la casa se les llenaba. Eso sí, solo trabajaban hasta las seis de la tarde o así. Bastante cómodo.

Seguro que podéis imaginar que mantuve conversaciones de todo tipo ¡sin duda! Una de las chicas, por ejemplo, tenía a su novio en la cárcel y le había dicho que limpiaba oficinas y siempre estaba tensa porque parecía que él saldría en breve y no tenía ni idea de a qué se dedicaba ella. Lo vivía con bastante tensión, aunque la última vez que la atendí fue para hacerle un recogido porque se casaba con él en la cárcel ¡a saber en qué quedaría todo eso! ¿Se habrá enterado ya?

Había otra chica rubia y muy alta (no sé si rumana o rusa) que siempre hablaba como con melancolía. Era una mujerona que imponía muchísimo y usaba unas sandalias de tacón que se sujetaban con una espiral hasta casi la rodilla. ¡Qué miedo de mujer! Hasta que la oías hablar.

A mí siempre me daba consejos del tipo "desconfía de todos", "no te enamores", "cuidado en el trabajo"... Parecía que pasara la vida inspeccionando a todo y a todos a su alrededor. Supongo que en respuesta a su experiencia... Nunca le pregunté.

Las chicas en general eran muy bonitas y usaban lencería muy sexy, pero cuando venían a la cocina iban todas tapadas con una bata.

Ellas entre ellas bromeaban casi todo el tiempo y a veces salían en lencería a gritar por el balcón ¡un escándalo! El cuartel general de la Policía Local estaba en frente ¿quién dijo miedo?

La madam era muy recatada, con una forma de hablar y de tratar a la gente bastante dulce, como una madre, por decirlo así. Hasta que un día fui a ponerle el tinte y ella también entró a la cocina con lencería y una bata ¿cómorrrllll? Así que vaya, resulta que ella también ejercía a sus 50 y tantos ¡estupendo! Pero me pregunto qué les haría ¿castigarles de cara a la pared? En fin.

Casi todas decían que algunos hombres (algunos) pasaban del sexo, que iban a darse un masaje y a charlar con las chicas, a decirse cosas bonitas mutuamente (¿para subirles la moral?) o a desahogarse un poco.

También pasó una vez que justo cuando yo hacía mi sprint habitual hasta la cocina, salía un hombre de una de las habitaciones (de espaldas a mí) y caminaba por el pasillo. Me visto justo para ver el culo de un señor de más de 70 años seguro, una imagen que la casualidad podría haberme ahorrado, pero no fue así.

Lo gracioso vino cuando las chicas me dijeron que no pasaba nada, que era un cura, cliente habitual y que después de lo suyo le gustaba exhibirse desnudo un rato por la casa. A ellas les daba mucha risa y a mí también, seguro... Si no le hubiera visto el culo, claro.

Creo que voy a ponerme una peli de 300, Gladiator o Troya... Para ver si depuro esa imagen mental o la sustituyo por otra mejor.

Quedaros en casa. Besitos.

Comentarios

  1. ..."Era uno de esos pisos francos que una mujer alquila para tener allí su exposición permanente de mujeres de moral laxa"... Es el mejor eufemismo que he escuchado en mi vida sobre una casa de putas jajajajaaaaaaa

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  2. Como has tenido una juventud muy muy plena.. tienes aventuras y desventuras para aburrir..

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    Respuestas
    1. Puede ser, es de agradecer que las cosas no hallan sido fácil, si no ¿qué habría aprendido?

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