Nos movemos constantemente entre tareas, estímulos, reuniones, visitas aquí o allí, pero ¿cuándo fue la última vez que te detuviste de verdad? Y no me refiero a parar para mirar el móvil o consultar la agenda, sino simplemente para estar. Porque en medio del ajetreo, la prisa y las mil tareas que debemos llevar a cabo (tanto en el ámbito personal como en el laboral), a menudo olvidamos el poder de la quietud en el movimiento y algo así como el simple acto de caminar se convierte en nuestro mejor refugio. Porque caminar parece algo tan básico ¿verdad? Pero en cada paso se esconde la llave para volver a tu centro, para aclarar tus ideas y para encontrar la serenidad que buscas. Es por eso que hay personas que organizan este tipo de meditaciones en movimiento o excursiones tipo senderismo pero en silencio, como Beatriz en Valencia, para ofrecerte estos pequeños espacios de quietud mental, de meditación y de reparación. Y cuando pienso en esto me viene a la mente la película "Pretty ...
¿Qué puedo decirte yo de escribir? Pues que es un refugio sí, pero muchas más cosas, porque también te ayuda a plasmar ideas, a ordenarlas, a conocer pensamientos profundos, a conectar conmigo misma, a dar formato a todo eso que llevamos dentro. Yo empecé a escribir a los 9 o 10 años y lo hacían en un pequeño diario que me compró mi madre. Al principio era como una especie de obligación, porque ella me dijo que en los diarios había que escribir todos los días las cosas que te habían pasado, pero eso era mucho forzar ¿qué podía pasar a esa edad? Pues que el colegio fuera mejor o peor o alguna discusión esporádica con mis amigas durante el recreo. Por eso empecé a escribir de forma más espaciada y cuando de verdad me apetecía registrar alguna experiencia. Eso enriqueció mucho mis anotaciones y contribuyó a que le cogiera el gusto, de hecho me encantaba y, aunque no conservo ninguno de aquellos diarios, yo misma le pedí otro a mi madre cuando agoté todas las páginas del primero. Escr...