A veces creemos que para cambiar necesitamos grandes giros: dejar el trabajo, empezar una nueva vida, mudarnos, romper con todo, decisiones drásticas que supongan un gran cambio, seguro que tú también lo has pensado. Pero en realidad, los cambios más profundos en cada uno de nosotros no llegan así.  Llegan de puntillas , disfrazados de pequeñas decisiones que repetimos sin darle importancia, pasos pequeños que vamos incorporando o ajustando y que poco a poco nos llevan hasta la cima. Como elegir levantarte cinco minutos antes o tomar un vaso de agua antes del café o cerrar el móvil cuando notas ansiedad (y no llevártelo a la habitación para dormir) o respirar antes de responder.   Cada una de esas microdecisiones  que parece tan insignificante, pero en conjunto reescriben tu día… y poco a poco, tu vida. El poder de lo que no parece poder Cuando piensas “hoy no me apetece hacerlo”, pero lo haces igual, estás entrenando tu mente para priorizar tu propósito sobre tu impulso, para gana...
A veces no es ansiedad ni cansancio ni falta de motivación. A veces solo es el cuerpo diciendo: “ya no puedo sostener este ritmo.”  Y está bien, pero nosotras, que todo lo razonamos, intentamos justificarlo: “es el cambio de estación”, “es porque no he dormido bien”, “ya se me pasará”, como si fuera algo sin importancia, porque eso hacemos, nos quitamos importancia.  Pero el cuerpo no habla en futuro. Habla en presente. Y cuando empieza a quejarse, lo hace porque lleva demasiado tiempo aguantando sin ser escuchado. Esto es así y sin duda lo sabes, en lo más profundo de tu ser lo sabes.  El problema es que nos enseñaron a desconfiar de él. A funcionar desde la cabeza. A poner objetivos, a medir resultados, a fingir que todo está bajo control aunque estemos al borde del colapso. Y a seguir, incluso cuando algo dentro de nosotras grita “para ya” . Y así, lo que empieza como un leve cansancio se convierte en rigidez, en insomnio, en problemas digestivos, en dolor y en esa fatiga d...