Pues bueno, se fue mi padre, de la forma más definitiva y una pequeña esperanza murió con él, esa que creía que quizás algún día buscaría un acercamiento con nosotras, pero es posible que eso fuera siempre una ilusión sin sentido. Ahora ya no lo sabré.
En la recta final de mi embarazo me planteo muchas cosas sobre la paternidad, como también me planteo la clase de mujer que soy o la madre que seré. Pero hay cosas que aún no comprendo.
Cómo un padre pudo descargar su frustración con un niña que ni si quiera había alcanzado la adolescencia, con esas palabras tan duras que me dedicaba cuando estábamos a solas, "todo esto es culpa tuya", refiriéndose al cercano divorcio con mi madre.
Cómo fue capaz de burlarse de mi hermana una y otra vez con relación a su físico, insistiendo en que nadie la iba a querer o que parecía un barrilete.
Cómo pudo, después de cumplirse varias semanas desde la separación, renunciar de forma unilateral a las visitas con nosotras, aludiendo a que había la misma distancia de su casa a la nuestra que de la nuestra a la suya y con esa sentencia final de "ya sabéis dónde encontrarme".
Cómo se atrevió a negarse a ayudar a mi hermana en un momento de necesidad diciendo que el piso que su familia poseía no podía alquilárselo o dejárselo porque "solo era para la familia".
Qué pueden haber hecho dos niñas pequeñas que merezca esos rechazos constantes o ese "yo ya no tengo hijas" que escuchamos por teléfono. Cómo puede entenderse algo así.
Muchas veces he querido justificar a un hombre que ha vivido en un entorno poco afectivo, con una madre que todo lo medía con dinero o que solo pretendía aparentar, posando para una pasarela social que nunca le prestó la atención que ella creía. Y quizás por eso no aprendió a querer, pero no puedo justificar muchas de las decisiones que tomó como adulto.
Por suerte, no me faltó en mi infancia porque tuve mucho amor, cariño y atención por parte de mi madre y de su familia. Y esas pocas ocasiones en las que estuve a su cuidado de muy niña, él me aparcaba en el taburete de algún bar hasta que terminaba de beber todo lo que le apeteciera con sus amigos, pero apenas suponen un pequeño porcentaje de mis recuerdos.
Le eché de menos muchas veces, aunque de una forma idílica y creativa, fruto de mi fantasía. Por eso buscaba ser mejor, hacerlo mejor, destacar más, perfeccionarme. Quizás hacer algo lo suficientemente bien hecho como para atraer su atención o su amor o su orgullo paterno. Y este comportamiento es el que más me costó identificar y evitar, pero supongo que la ausencia de un padre al final tenía que notarse de algún modo ¿no? No me faltó en la niñez, pero tampoco lo tuve en la adolescencia, cuando sí que lo necesité. ¿Y no le dolió? Siempre me he preguntado cómo pudo resultarle tan fácil desaparecer.
Y con la misma facilidad se fue. Un sábado estaba ingresado esperado diagnóstico y el siguiente lunes muy temprano había muerto. Mi cuerpo reaccionó para dar salida a mis emociones con un par de días de dolor de estómago, tensión, falta de sueño y dolencias raras. Y se acabó. No se despidió de mí, no quiso conocer a la segunda hija de mi hermana, no nos buscó y no llegó ningún arrepentimiento. Solo se fue.
No le guardo rencor, aunque pienso en él con bastante tristeza por la vida que escogió. Pero fue libre, pudo romper con todo y reinventarse, pudo seguir adelante sin mirar atrás, así que tuvo la vida que quiso tener y yo he hecho lo mismo.
Intenté sustituirle pero tampoco salió bien y ahora estoy a las puertas de crear mi propia familia y, a pesar de seguir sin entender sus decisiones, las dejo ir. Por suerte, creo que el padre de mi hija sí que estará, sí que la querrá y sí que formará parte, de una forma u otra, sin miedo a los obstáculos, porque es un hombre excepcional y con voluntad de entender sus errores y dispuesto crecer por encima de ellos.
Me ha costado unas semanas, pero te digo adiós papá y contigo cierro por fin una etapa. Así te recordaré. Te deseo paz.
Te has quedado a gusto? No te arrepientas os queremos
ResponderEliminarPrima, soltar, una de las cosas más difíciles. Dejar ir, pero dejar en paz.
ResponderEliminarTe entiendo, te comparto y te quiero