Vamos a revivir el culebrón de la temporada, ese que habla de por qué mi trabajo iba bien, después no, después sí, no, sí, no, sí y al final se acabó. Todo muy curioso. Aunque lo cierto es que no vale la pena, porque resulta frustrante tener las claves y no poder usarlas, mientras ves cómo afecta eso a un montón de familias o a otras empresas, clientes y proveedores, que formaban parte de nuestra misma cadena comercial. Trabajar en una empresa, ver cómo pierde dinero por los rincones, tener soluciones y no poder hacer nada al respecto... En fin. Llega un momento en que hay que respirar hondo, echarse a un lado y resignarse, porque al final el negocio no es mío y debo asumir mis limitaciones y bueno, tratar de amortiguar el golpe lo más posible.
Más que un culebrón es un drama, pero al más puro estilo Falcon Crest, con lucha de poder incluida. ¿El error principal? Que las empresas familiares no sigan una profesionalización coherente por el bien del negocio, dejando a un lado rencillas personales u orgullos y se centren en lo mejor para la empresa (y sus trabajadores), para que esta crezca y el negocio prospere.
En paralelo sigo como profesora y mentora en la lanzadera de empresas, trabajando codo con codo con los emprendedores y sus ideas, algo bastante más reconfortante y enriquecedor. Esta sexta edición es bastante interesante, la verdad y los emprendedores cada vez aportan ideas más peculiares y novedosas, además de tener habilidades creativas y ganas de probarse y ponerse en marcha. Y el objetivo es que sus empresas estén validadas y en marcha antes de que termine el año ¡ya queda poquito!
Me parece una iniciativa brillante, el proporcionar opciones de solvencia desde cero a personas con dificultades para encontrar trabajo y, según van pasando ediciones, cada vez me gusta más. Cada grupo te transmite su ilusión, fuerza, ganas, demostrando que hay mucho por hacer y que tenemos muchas opciones a nuestro alcance ¿y qué hay más satisfactorio que trabajar por uno mismo y por su futuro? Muy inspirador.
Y las clases o las tutorías son geniales; con preguntas interesantes, mucha curiosidad, inquietudes, debate... Notas cómo te exprimen al máximo y se les abren los ojos como platos cuando empiezan a enlazar ideas y a conectar cosas. Es una auténtica gozada participar en esto.
La formación siempre ha sido algo que me proporciona mucha satisfacción y me motiva y trabajar con personas siempre es un placer, porque también tiene ese punto de simbiosis en el que enseñas y aprendes al mismo tiempo. En ellos ves también las tendencias y los cambios del mercado, así como las nuevas demandas y ofertas, con lo que me mantiene conectada a la vez que me exige estarlo.
Ayudar a las personas a este nivel es fantástico, porque les enseñamos a pescar en lugar de proporcionarles el pescado y supone dotarles de autonomía suficiente para que puedan ser solventes y autosuficientes. Quizás no desde el primer momento, porque hay iniciativas que necesitan más tiempo, pero después de algunos de los grandes éxitos que el propio programa recoge, tenemos la prueba de que es posible llegar muy lejos. Y lo cierto es que muchos de ellos solo necesitan eso, una oportunidad.
También tenemos una versión solo digital de la que hemos terminado solo dos ediciones y en ambas he participado. Para mí es más difícil porque en las clases online parte de los alumnos no conectan sus cámaras y se pierde un poco ese feedback tan necesario para saber si puedo seguir, si me paro un poco más, si ha quedado claro o si estoy en otro planeta. Trato de que haya más conversación y a veces se pierde más tiempo y se quedan más cosas por decir. En fin, que es complicado.
En esta última clase online tenía a gente de toda España y eso es positivo porque a veces les estás hablando de diferencias entre comunidades y te miran como "¿Eh, qué dices?" y cuando hay gente de fuera entienden mejor esos detalles o los corroboran. Y es que el contexto es importantísimo y por eso un negocio que funciona aquí no tiene necesariamente que funcionar en otro lugar. Lo más importante es entender bien a tu cliente y saber dónde está o dónde buscarlo.
Hoy en día, darse de alta como autónomo y buscar el autoempleo no es nada descabellado. Está claro que hay muchas dificultades y todo eso, pero hay muchas más oportunidades. Y podemos esperar hasta el último momento para empezar a cotizar, aunque creo que el primer año son unos 80 € al mes el autónomo, pero lo dicho, no hay prisa.
Este es el programa que aplicamos en la incubadora: https://cvalores.org/programa-incubacion-presencial/
¿Tú que harías, te crees capaz de asumir la responsabilidad de poner en marcha un negocio desde cero o prefieres trabajar para terceros?
Comentarios
Publicar un comentario
¿Te ha gustado? Dime cosas.