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Está la opresión de las condiciones y están los 40

El tema de la opresión no está mal ¿no? Seguro que, en algún momento, a ti también te han oprimido las condiciones, por ejemplo: ¿por qué tener estreñimiento está bien visto y las diarreas son un poco más tabú? Curioso. Pero si lo piensas, aquí creo que la publi nos ha condicionado mucho. Fíjate en el tipo de anuncios que hacen para combatir el estreñimiento... Todo es como felicidad, regularidad, barrigas contentas, personas aliviadas, ligereza, cuerpos livianos y delgados (porque si tienes la tripa hinchada es que no has cagado y no que estés gorda, obvio). Estar estreñido es lo más parecido a una moda, algo que comentar con cualquiera y sin vergüenza alguna.

Sin embargo, la publicidad que rara vez hacen relativa a combatir la diarrea, es bastante diferente. Está más relacionada con evitarte un mal rato o montar una escena pública. Porque claro, si tomas un laxante es mucho más normal que puedas calcular el desenlace, no como cuando tienes diarrea, que te la pasas en la calle jugándotela y claro, así cualquier podría cagarse en el lugar y momento más insospechado. Pero si le dices a las personas que tienes diarrea... ¡Ojo! Que no te dejan ni bañarte en las piscinas públicas.

Estaría bien que evacuar, por cualquier motivo, tuviera las mismas connotaciones ¿no te parece? Aunque el sumun de todo esto llega cuando se es padre. ¿No os ha pasado? Yo lo viví con mi hermana y después con mi prima y lo que pasa es que, una vez tienes un retoño, hablar de cacas es el pan de cada día. Supongo que es porque los bebés no pueden comunicarse y hay que leer entre pañales cuál es su estado de salud general y necesidades. Lo cierto es que cada día hay que comentar volumen, color y frecuencia con la familia ¡una gozada! Y con el tiempo no mejora, porque vienen los dibujos y los estímulos infantiles y a algunos padres se les olvida cómo era hablar con adultos. En fin, un gen raro y temporal que por suerte se supera.

Las opresiones siempre son complicadas porque condicionan nuestra forma de hablar, de vestir o de relacionarnos. Acabamos, de una forma u otra, enmarcados en lo políticamente correcto y pueden pasar dos cosas: o nos acostumbramos y seguimos al rebaño, es decir, lo llevamos bien o nos debatimos en una lucha interna constante con nuestra propia naturaleza (eso no es tan bien).

Pero entonces ¿cuáles son esas condiciones que nos oprimen? Podríamos decir que casi todas las que nos rodean. Por ejemplo, las normas de tráfico cuando queremos circular en coche; las de nuestra comunidad de vecinos para convivir en armonía; las que añaden los ayuntamientos en cada localidad o incluso las de los supermercados si queremos aprovisionar nuestra nevera. Todo está condicionado a algún tipo de norma, ley o recomendación. Eso no significa que nos sintamos oprimidos en todo momento, justo porque hemos nacido y crecido condicionados y muchas de ellas están más que interiorizadas.

Y de eso nos damos cuenta al viajar a otros países y descubrir otras formas de vivir y de hacer las cosas, otras culturas y otras normas de conducta.

Vale, ya me centro. 

Esta es una de las cosas que más de gustan de los 40, que ese filtro "correcto" va perdiendo grosos y permite constantes fugas. A nuestra edad puedes tener estreñimiento o diarrea y lo comentas con el mismo tono y la misma cara ¡con valentía! ¡Qué pasa?

Somos más libres y más auténticos, tenemos más claridad mental y somos más conscientes de las condiciones que estamos dispuestos a acatar y de nuestros límites. Quizás un par de décadas atrás nos involucrábamos en todas las batallas y ahora sabemos cuáles vale la pena librar. Me parece absolutamente fantástico.

Y con ese mismo talante yo te invito a dejarte llevar, por favor no mates ni dañes a nadie, pero permítete el lujo de ser tú mismo; de vivir a tu antojo, de comer turrones, de poner más luces en tu casa que en el club de la carretera, de llevar jerséis horteras hasta decir basta, de cantar por la calle, de pisar charcos o de ponerte un calcetín de cada color.

Vive con la confianza y la libertad de hacerlo a tu manera y piensa que cualquier cosa que a ti te parezca "normal" será porque lo es ¡y punto! Acude a ver películas de dibujos al cine, moja pan en las salsas y ponte ese gorro con cabeza de reno y cuernos para ir a trabajar ¡porque te encanta! Vive por ti y para ti y olvídate de andar dando explicaciones.

Yo te querré así siempre.

Feliz Navidad.



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