Qué pregunta más difícil y qué complejo es emitir veredictos generales sin decir barbaridades. Yo recuerdo haber estado interesada en la nutrición desde siempre, quizás desde los 9 o 10 años que empecé a preparar la cena para todos en casa, porque mis padres llegaban tarde. Mis habilidades se limitaban a cosas de sartén (vuelta y vuelta), a preparar hervidos en la olla exprés y a cocer pasta, poco más.
Pero recuerdo haber leído libros de cocina de mi madre y un montón de revistas sobre nutrición y nutrición deportiva. ¿Tú recuerdas esta revista?
Te aseguro que yo era fan absoluta y el caso es que no sé cómo empezó mi relación con ella ni cuándo, pero me empapaba de todas las referencias porque explicaba los procesos celulares y demás con todo lujo de detalles. Hidratos, grasas, proteínas, podía valorar (al estilo "culturista") las proporciones de macro nutrientes que se consideraban equilibradas. Todo esto siempre condicionado por el estilo de vida y alimentación que marcaba esta revista.
Después llegaron otras como Sport Life, libros y vertientes concretas con nombre y apellido que empezaban a surgir a finales de los 90. Imagínate que, por aquel entonces, ya sabían que las agujetas no se debían a la cristalización del ácido láctico producido tras el ejercicio. ¡Toda una novedad y un cambio grande! Lo que significa que en todos estos años las tendencias no han dejado de cambiar y mejorar, es decir, que seguimos aprendiendo.
También ahora tenemos nuevas tendencias como los ayunos intermitentes, popularizados años después de que se le concediera el nobel de medicina a Yoshinori Ohsumi por su aportación con respecto a la autofagia (2016). Algo de lo que ahora parecen saber todos todo lo que hay que saber.
Y en esa búsqueda de la delgadez perfecta con el mínimo esfuerzo he encontrado nuevos conflictos.
Pero ¿de verdad es tan difícil perder peso? Pues depende, para unas personas sí y para otras no, pero más importante que eso es ¿de verdad hay tantísima gente buscando la forma de perder peso con facilidad? Rotundamente sí.
Creo que es muy curiosa la relación que establecemos con la comida. Mi psicóloga favorita, Verónica Lagos, hablaba de esa relación con un enfoque muy peculiar en "Tu madre, tu alimento" (te dejo aquí el link). Y es verdad que a veces tenemos esas relaciones emocionales, como cuando apuramos todo lo que nos ponen en el plato madres y abuelas para contentarlas o, en caso de no hacerlo, esa sensación de culpabilidad, por no agradecer su esfuerzo, al dejar comida en el plato. ¿Has oído eso de "está cocinado con amor"? Entonces ¿no te sientes obligado a comértelo todo?
En los restaurantes también dejar el plato limpio es un sinónimo de que la cocina es buena, como una forma de reconocimiento.
Entonces ¿comemos porque tenemos hambre y conocemos las necesidades de nuestro cuerpo o como parte de la socialización? ¿Lo has pensado alguna vez?
Cuando estuve haciendo ayuno durante una semana pude darme cuenta de cuánta carga psicológica hay en nuestro estilo de alimentación. Sin duda algo que me marcó. Y es que comer es como otro ritual más, pero no tanto físico sino emocional.
Recurrimos a la comida como consuelo muy a menudo, en épocas de estrés, de nervios, de tristeza o incluso lo hacemos por aburrimiento. Asociamos ciertas comidas con el placer, como el chocolate, la pizza o las hamburguesas y darnos un capricho es el equivalente a llenar nuestro estómago de comida basura, como si nuestro cuerpo fuera un contenedor de residuos.
Sin embargo, establecer ese amor propio, ese deseo de mantenernos sanos, de cuidarnos o de hacer lo mejor por y para nosotros... Eso ya no está tan claro, ya no lo vemos con tanta facilidad. ¿Cómo hemos llegado a establecer esas relaciones tan poco coherentes?
Incluso los que practican fitness (lo que llamábamos culturismo en los 90), se conceden una "comida premio" o cheat meal una vez por semana. Es decir, ese atracón insano de grasas saturadas y otras barbaridades es lo que consideramos el "premio" para nuestro cuerpo después de haber trabajado duro con las pesas o los aeróbicos o lo que sea que componga nuestra rutina deportiva. Visto así ¿no te parece demencial?
Y, por si te lo estás preguntando, sí, yo también me premio con comida, tal y como hacemos con los perros (por ejemplo) cuando estamos enseñándoles a obedecer o a hacer algún truco. Así de animal soy que también lo hago e incluso lo veo bien y lo reproduzco. Me refiero a que también compro chuches a mis sobrinos como si fuera un premio para ellos o algo especial y después lo analizo y veo que no tiene sentido ninguno.
Por cosas como esta entiendo perfectamente que nos extingamos algún día o que los extraterrestres prefieran no dejarse caer por aquí ¡a ver cómo se lo explicamos!
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