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¿Cómo podemos haber tenido tanta suerte?

A pesar de todo lo que ha pasado, de los problemas con el trabajo, del virus, del aislamiento... A pesar de todo eso seguimos aquí y nuestros problemas principales se podrían agrupar en los que se pasan con visitas al psicólogo, los que se pasan adelgazando y los que se pasan haciendo deporte.

Es algo que siempre me ha desconcertado, ese azar tan caprichoso que permite que nazcan niños en situaciones extremas, que haya otros que vivan inmersos entre conflictos bélicos de diversa índole y que algunos afortunados simplemente estemos aquí o allí, preocupados por lo que vamos a comer mañana o por si se nos acumula la ropa sucia. ¿A ti no te pasa alguna vez que te sientes en deuda con el mundo?

Desde esta perspectiva cuesta entender que alguna personas de mi entorno tengan tantos reproches que hacerle a la vida. Es verdad que siempre hay alguna sorpresa desagradable que nos ronda y que en todas las familias hay momentos duros que afrontar y sufrir, juntos o a solas, pero eso no justifica que nos perdamos en tonterías. Yo también tengo problemas de esos llamados ridículamente del primer mundo, ufff... Qué cosas. Nada que no se pueda solucionar.

Una vez tuve una discusión con un chico, cuando tenía pareja. Él se enfadó y desapareció durante un tiempo por no sé qué problema chorra que surgió y, poco después, volvió pidiendo disculpas. Yo solo le dije que no había justificación, porque el día a día trae ese tipo de baches y siempre habrá una u otra piedra en el camino, pero él me dejó sola a la primera. Una cuestión de madurez, nada más.

Creo que todos nosotros pasamos por diferentes fases o etapas durante la vida. Yo he cometido infinidad de cagadas a lo largo de estos 41 años; he tenido comportamientos patéticos, infantiles, injustificables y reprochables muchas veces. Pero no pienso que sea algo para arrepentirse, solo una cuestión de fases, como te decía.

La diferencia suele estar en cómo desarrollamos esas fases, si somos conscientes de esas cagadas, si hacemos por solventarlas, si reflexionamos sobre ellas para no repetirlas y, en resumen, cómo transcurre nuestra evolución personal o a qué ritmo.

Y lo cierto es que creo que esto último sí que influye en nuestras relaciones. 

Yo no creo que lo bien o mal que nos sintamos con alguien esté tan estrechamente relacionado con la compatibilidad en general que se tenga, sino con el momento vital en el que ambas personas se encuentran. Es por eso que a veces, con una misma persona, podemos empezar una relación que va muy bien, pero años después darte cuenta de que ya no os gustan las mismas cosas ni miráis hacia el mismo lado.

Cada uno evolucionamos a un ritmo, algunos pasamos por más fases que otros y, de repente, conoces a alguien a quien años atrás no habrías ni mirado y ahora te seduce y no sabrías decir porqué. C'est la vie.

Y eso no tiene nada que ver con esa simbiosis que hay entre las parejas. Esa pérdida o ganancia de hábitos y costumbres que se sucede entre dos personas que pasan tiempo juntas. Adquieres muletillas del otro y aprendizajes que incorporas sin darte cuenta, como parte del acoplamiento y parte de ellas te las llevas cuando todo termina (si es que termina).

Eso es algo que también pasa con personas de nuestro entorno, aunque no le demos tanta importancia. Y es que todos nos construimos poco a poco y a lo largo de nuestra vida, en parte por nuestra evolución personal y en parte por nuestra experiencia con el entorno. Y ahí está también la influencia de nuestros amigos, familiares, conocidos, maestros y demás personas con las que nos relacionamos. Es complejo.

Volviendo un poco a los problemas del primer mundo, he perdido un kilo y medio, cosa que me congratula (al menos es un comienzo) y esta tarde me apunto al gimnasio de nuevo. Ya te contaré y nos reímos juntxs.



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