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Y unas horas antes voy derrapando en las curvas

Mañana cumplo 41 años. Un lunes 12 de abril que pasaré trabajando casi por completo; en la fábrica hasta las 15h, impartiendo una clase online de Marketing digital de 16 a 20h (sí hija sí) y terminando 3 post para blogs de clientes que entrego mañana ¡no puede ser un día más completo!

Y además llevo días sin escribir, pero a cada rato se me ocurren cosas que contarte y ahora… El Alzheimer de la puesta en escena ¡no me acuerdo de ninguna de ellas!

El fin de semana que viene toca mudanza y no he empezado a empaquetar nada porque tampoco tengo como. Las maletas están entre Banyeres, Torrent y ni se sabe y la pereza me lastra buscando excusas para perder el tiempo.

Por otro lado, es que al final será todo a última hora; firmaré el viernes en Alcoy, después de trabajar hasta las 14h en Banyeres y volando a Torrent con las maletas y las cajas en el coche para recibir a los caseros y que me devuelvan la fianza. Después maletas, maletas, cajas, cenar, dormir, maletas, cajas y cajas.

Y así hasta el infinito.

Lo único que me apetece es tirar cosas o repartirlas por el mundo ¿te interesa una bici de carretera? Así no tengo que llevármela.

Y lo cierto es que no soy nada trastera, en parte porque he hecho más de 40 mudanzas en mi vida y acabas convirtiéndote en una persona práctica y minimalista. Fruto de la pereza, seguro.

Así que mañana estreno año y el próximo fin de semana estreno vida.

Ahora que lo pienso, estuve viviendo en Castellón hasta los 20 años (en varias ubicaciones, entre la capital y los pueblos de los alrededores). Después estuve en Valencia hasta los 40 (lo mismo) y ahora me traslado a Alicante. Lo que me lleva a pensar… ¿Me quedaré aquí hasta los 60?

Echaré muchas cosas de menos y también a muchas personas. Aunque sé que seguirán en mi vida, pero no será lo mismo. Siempre pasa.

Eso también significa que de nuevo no estaré con mi familia durante mi cumpleaños y es la segunda vez que esto pasa en mi vida. Pero sí que he encargado un par de bandejas en una pastelería para llevar mañana a la fábrica y tener un detalle con los compañeros. Ya sabes, ese tipo de cosas que no le importan a nadie, pero que a mí me alegran el día, así que no me privo.

Echo de menos los abrazos.

Me doy cuenta de que ha pasado un año desde que preparase mi lista de deseos y, quitando alguno que ya tenía en marcha, el resto están aparcados o relegados a “tiempos mejores”. Y, posiblemente, ahora añadiría alguno más que no contemplé en ese momento. Tal parece que hasta podría ventilarme esta década y dejarme cosas por hacer ¿te imaginas? ¡En 10 años! Bueno, en 9 ¡qué despropósito!

Aun así, mañana empieza un nuevo año y va a ser la constancia mi palabra fetiche.

Espero que en breve esté el diseño de la nueva portada de mi último libro ¡que ya me estoy poniendo nervioseta! Con lo que empezará pronto la difusión y todo lo que eso conlleva.

Ya no tengo un libro más empezado (la novela de la que siempre te hablo) sino dos, con lo que tendré que buscar tiempo para escribir y terminarlos.

También está la nueva vida en Alcoy, la fábrica de allí y todos los proyectos que tengo en mente para que prospere y mis objetivos físicos, así a priori es lo más inmediato. Después vendrá todo lo demás.

Estoy receptiva.

Estoy ilusionada.

Estoy abierta a nuevas aventuras.

Estoy de trabajo hasta arriba.

Estoy… Viva.



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