Ir al contenido principal

Rompiendo una lanza a favor de los hombres, de algunos hombres

Y de las madres a los padres, que parece que en mi blog siempre salen peor parados, pero por suerte no todos son iguales y hoy me toca romper una lanzar en favor de los que sí valen la pena.

Hace unos años, cuando mis primas empezaban a salir por ahí y tenían un poco más de libertad en cuanto al horario de volver a casa, ellas me explicaban que su padre insistía en despertarse de madrugada, a la hora que fuera, para recogerlas él mismo y asegurarse de que llegaran bien a casa. Y es que los genes de algunos padres incluyen la preocupación, algo que las mujeres de mi vida llevan ya incorporado desde su nacimiento de forma natural.

La preocupación es lo que primero que abruma a ciertos padres primerizos en cuanto llegamos a este mundo, preocupación y amor a partes iguales. Dos sentimientos que una vez llegan jamás se van. Por ejemplo, mi padre nunca experimentó ese sentimiento, pero tampoco los suyos. 

Recuerdo haber estado en casa mala (quizás solo 1 o 2 veces en mi vida), de pequeña, por una varicela y por una gripe o similar y aunque vivíamos a solo unos minutos de la casa de mis abuelos paternos, ellos nunca me visitaron en esas circunstancias (creo que en ningunas en general). Ni tampoco una llamada para ver qué tal se desarrollaba la enfermedad. Nada.

Curioso que yo como nieta nunca despertase ese sentimiento. Lo que me llevó a la conclusión de que tampoco el amor que se siente en paralelo estuviera presente en ningún momento entre su repertorio. Espero que no suene que estoy excusando a mi padre porque cada persona es única e irrepetible y toma decisiones todos los día libremente. El caso es que así fue.

Ahora entiendo mejor eso que me dijo la psicóloga de que yo intentaba reparar el daño paterno con mis parejas o algo similar.

Quizás estas experiencias me llevaran a ese deseo de ser "escogida" en una pareja, ser una prioridad para alguien. Supongo que has leído en varias ocasiones este tipo de comentarios, lo mucho que me gustaría que ese hombre con el que querría envejecer, "no me necesite pero que me escoja". Que prefiera no dormir o no comer solo para estar a mi lado y cerciorarse de que estoy bien es lo más bonito que podría pasarme. Y yo le cuidaré como yo hago y como yo soy, para que no le falte de nada tampoco.

Un poco idílico y muy complicado en la práctica. Por mi experiencia, te diré que es más común que un hombre te busque o quiera estar contigo por no estar solo, por necesidad o por dependencia. Aunque luego estarían los que necesitan sentirse útiles para ti o para tu vida, los que son tu macho alfa y sin ellos deberías sentirte desvalida. La pena es que yo no encajo con ninguno de los dos perfiles mayoritarios. Lo mío deben ser las rarezas.

Pero esos hombres, los que como mi tío prefieren escoger siempre a los suyos antes que a sí mismos, los que cuidan, los que trabajan, los que están orgullosos del resultado de su esfuerzo como mi abuelo materno, esos hombres son un tesoro y es muy bonito verles en acción, aunque te toque perder a ti.

Porque cuando esos hombres tienen una familia anterior, cuando tienen hijos, ellos siempre estarán en el primer escalón de sus prioridades, siempre sin excepción. Al menos así debería ser y es maravilloso.

Y, ahora que lo pienso, qué bonito es tener más de 40 años y seguir construyéndome cada día.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Descubriendo la mente de una persona con trastorno de la personalidad narcisista

Es teoría, este tipo de psicopatía solo afectaba al 1 % de la población y cerca del 75 % de estas personas son hombres. Es decir, que en España teníamos a casi 500.000 personas con trastorno de la personalidad narcisista o TNP y, de ellos, unos 370.000 eran hombres, que así es más fácil verlo. No obstante, hablao en pasado porque recientes estudios confirman que este porcentaje podría estar ahora mismo entorno al 20 % ¡no me puedo creer este aumento tan significativo! Pues lo cierto es que, según parece, hasta el 50 % de ellos los podemos encontrar en empresas, en puestos directivos o como jefes/dueños/socios del negocio. Creo que esto debería ser un nuevo patrón para este perfil de psicopatías ¿no te parece? Una mayoría de hombres y la mitad en puestos de responsabilidad. Y bueno, volviendo a esos 370.000 que ya tenemos "censados", por decirlo de alguna forma y obviando supuestos más alarmantes, quizás podrías pensar que es casi como encontrar una aguja en un pajar ¿no? Meno...

Momento vital: mejorando

¡Cuántas ganas tenía de escribirte! Pero lo cierto es que ser mamá es un trabajo a tiempo completo y que te ocupa las horas como si tal cosa; empiezas con el paseo y cuando te das cuenta ya la estás acostando y así, todo rodado, los días pasan con gran velocidad. Las noches también se hacen cortas, pero no hay tiempo para pasar sueño, solo algún bostezo furtivo mientras estás haciendo otra cosa. Un poco locura. ¿Vida social? Quizás dentro de un año, mientras tanto hay demasiadas cosas que hacer. ¿Morriñas? Bueno, no puedo decir que no haya cosas que eche de menos, pero realmente no son tan necesarias y es que ahora todo parece haberse quedado en un segundo plano. Supongo que, como casi todo en la vida, es cuestión de prioridades y ahora las mías son otras.  Solo un inciso: es cierto eso de que las personas que no tienen bebés no son conscientes de la cantidad de tiempo libre de que disponen. ¡Vaya! Tú y yo teníamos muchas cosas a medias que deberíamos ir retomando ¿verdad? Mientras...

¡He sobrevivido a la maternidad! De momento

¡Vaya tela! He tenido un bebé ¡HE TENIDO UN BEBÉ! Aun así, a pesar de repetirlo, me parece mentira, si no fuera por todo lo que he sufrido, llorado y vivido en estas últimas semanas. Eso sí que es real. Eso y que ahora solo doy medios abrazos, porque siempre tengo un brazo ocupado, claro. ¿Así es la maternidad? He llorado más que en toda mi vida junta y la mayor parte de las veces ni si quiera sabía por qué lo hacía, solo era un sentimiento fantasma y profundo que no podía detener, aunque si hay algo que destacar es la soledad, la sensación infinita de soledad, de no poder explicar, de no poder verbalizar y de no poder evitar o delegar todo ese dolor. La incomprensión exterior y ese apoyo que no estaba ahí también cuentan. En el hospital, cada persona que entraba a verme era para hacerme daño, la vía, los tactos, las sondas, la epidural, la cesárea y todo eso no mejora tras dar a luz. De repente te enfrentas a una imagen frente al espejo que no reconoces; hinchada, envejecida, cansada ...