Ir al contenido principal

Toser en tiempos modernos

Parece que, después de haber vivido una pandemia mundial, podríamos esperarnos casi cualquier cosa, pero reconoce que nos costó aceptar la situación ¡vaya que sí! Además, no es que fuera una curva ascendente; había días en los que queríamos organizarnos para una revolución, otros en los que nos daba miedo hasta salir a comprar y después vino la mascarilla ¡ay, qué tiempos aquellos!

Si nos lo hubieran contado en febrero de 2020 no nos lo creemos y un mes después, a mitad de marzo, estaban las calles desiertas en pueblos y ciudades. Todo muy desconcertante. Buscando virus que no sabíamos muy bien dónde estarían o cómo nos los llevaríamos puestos. Menos mal que se acabó aquello de desinfectar las bolsas de la compra o cambiarse de ropa cada vez que entrábamos a casa.

Yo lo pasé bastante bien en aquellos meses porque estar sola en casa fue un verdadero descanso y gané bastante en paz mental, también tuve mis altibajos e incluso algo de insomnio ya en los últimos días de encierro, pero me reí muchísimo y aproveché para conocerme mejor ¡una terapia que recomiendo! Y fruto de toda aquella diversión e incertidumbre surgió mi libro "Diario de una cuarentona en cuarentena". Porque es bueno reírse de uno mismo y ser consciente de las tonterías que hacemos los humanos a veces. 

Lamento que muriera tanta gente por nuestra mala gestión o mala reacción o solo por el desconcierto y el desconocimiento que teníamos sobre el caso, pero sin duda fue una experiencia única y mi pretensión al escribir el libro solo era la de hacerla más llevadera.

Desvaríos de una cuarentona en cuarentena

A decir verdad, aquel año de pandemia creo que ese hubiera sido un momento perfecto para que nos confirmasen que algunas razas alienígenas viven entre nosotros o que formamos parte de un experimento social y biológico que establecerá las bases de un nuevo orden mundial. Un estudio interplanetario basado en principios científicos de cualquier tipo o en la teoría del caos. Seguro que colaba porque en el primer mes o mes y medio de confinamiento domiciliario estábamos todos más receptivos y nos hubiéramos creído cualquier cosa.

Y ya habría sido el sumun si por el camino nos revelan algunos de los misterios de nuestra era, como la construcción de las pirámides, la confección de las perfectas y simétricas esculturas de granito hace milenios, los gigantes de la isla de Pascua o las coincidencias entre culturas separadas por miles de kilómetros, océanos mediante.

¡Vamos! Podemos ir al espacio, de hecho ¡tenemos allí una estación fija de trabajo! Pero todavía estamos descubriendo nuevas especies en los fondos marinos. ¿Cómo es que estamos tan preocupados de puertas para afuera y tan poco de lo que tenemos en casa? Aunque, ahora que lo pienso, eso podemos extrapolarlo a otros ámbitos ¿no? Muy curioso. Cosas humanas.

Bueno, por si te sirve de algo, yo nunca he tenido ninguna duda de que hay más vida en el universo. Sea en el formato que sea ¿sabes toda esa extensión y las infinitas confluencias que podrían darse en ella? No es normal que el resultado solo haya sido exitoso en una ocasión y más teniendo en cuenta que ha dado lugar a millones de resultados; entre insectos, mamíferos, aves, invertebrados, plantas y todos los tipos de formas de vida que hay en nuestro planeta, con o sin cerebro, como las medusas. 

Aunque quizás no estemos coincidiendo en el tiempo, igual otras civilizaciones o formas de vida ya se extinguieron o están empezando ahora a desarrollarse. Podrían haber existido otras colonias o especies miles de años antes o puede que las haya después, cuando nosotros hayamos desaparecido. Porque hablar en cientos de miles de años supone un abanico demasiado amplio para la vida de un simple humano (por mucho que algunos quieran alargarla hoy en día).

La aventura de la vida y su implacable cronómetro

Creo que saber que la vida se acaba debería hacerla más valiosa o eso nos tratan de enseñar los supervivientes que han estado en el filo del precipicio. Ayer  también leí por ahí que, sabiendo que la vida es tan incierta y pasa tan rápido, nos la seguimos tomando demasiado en serio. Pasamos mucho tiempo esperando que todo sea perfecto o a nuestro gusto. Tiempo que nunca vamos a recuperar y eso es lo que se nos olvida, que nuestro tiempo es finito, que todo lo es en realidad.

No dejo de pensar en la gente que empezó con tos y vio empeorar sus síntomas sin más. La gente que se fue al hospital y que nunca más volvió a su hogar. Así, sin despedirse, sin esperarlo, sin un mínimo de preparación. Similar quizás a lo que les pasa a quienes nos dejan por un accidente de tráfico. Un impacto fortuito que cambia sin más la vida de las personas, de muchas. Estabas y de repente ya no.

Pero, si tú supieras cuándo va a pasarte algo así ¿vivirías como vives ahora? ¿Cambiarías algo? O mejor ¿qué harías hoy si supieras que es tu último día o semana de vida?

Durante la pandemia tuvimos problemas de movilidad e incluso toque de queda y aunque creo que las multas de aquellos días no se hicieron nunca efectivas, en cierta forma aquello nos pasó factura. Perdimos tiempo, perdimos oportunidades, perdimos personas. Aunque después de los 40 es casi misión imposible encontrar a alguien que no haya pasado ya su propio calvario. Todos a esta edad tenemos una carga oscura en la mochila que nos cuesta acomodar y nos molesta de vez en cuando.

Lo que significa que ya hemos pasado por eso, ya sabemos lo duras que pueden ponerse las cosas, la crueldad que se agazapa tras cualquier inocente esquina... En fin ¡ya no nos lo tienen que contar! Y aun así, llega un virus de nada y nos deja del revés. ¿Qué será lo próximo?

Supongo que para muchos eso de no poder desplazarnos más allá de la provincia, no poder viajar y tener que estar en casa a las 12 de la noche, les provocaría algo similar al "síndrome de la isla". Bueno, quizás a ti no o eso espero.

Ahora recuerdo cuando mis abuelos me contaban vivencias y recuerdos de la Guerra Civil española. Ellos eran pequeños, pero tuvieron que ser desalojados junto a sus familias por vivir en una "zona caliente". También vieron como sus conocidos o familiares tuvieron que ir a luchar por la causa de otros e incluso vivieron los bombardeos y otras barbaridades. Mi abuela dice que recuerda como agrupaban a los soldados de otro bando y les disparaban a sangre fría, tirando sus cadáveres en cuevas y otras zonas cercanas. Sin duda una experiencia mucho peor que la de nuestra insólita pandemia.

Un poco de nostalgia y un poco de tos

Haciendo balance general pienso en cómo hubiera querido vivir o en las cosas que he dejado de hacer. Por ejemplo, hubiera querido trabajar en el extranjero cuando no tenía obligaciones y por unas cosas u otras no lo hice. Cuando tuve oportunidad (en el Ejército) pedí vacantes fuera constantemente, a cualquier lugar y no tuve suerte. Una de las últimas que solicité fue a Estrasburgo, para trabajar allí durante un contrato de tres años ¡una pena que no me dieran ninguna! Lamento haberme perdido esa experiencia. Ahora mi hija, la familia o el trabajo tienen otro valor para mí y ya no es el momento de hacer esas cosas.

También he cambiado muchísimo de casa y cuando era joven, a veces tenía la impresión de que, cada vez que cambiaba de vivienda o de lugar de residencia, aunque fuera dentro de la Comunidad Valenciana, era una forma de huir o escaparme de mi contexto, desenraizarme y resetear, como volver al anonimato o empezar de cero. Y he empezado tantas veces que no parece que solo hayan pasado 40 años (va, que ya van 44).

Y ahora, bueno, ahora no me apetece huir, ya no siento esa necesidad. No es que de repente me enfrente a los problemas a pecho descubierto, ya sabes, detesto discutir, pero tampoco salgo corriendo. Además, mi última huida fue por fuerza mayor y nos salvó a mi y a mi hija. Pero ahora me gusta estar en un entorno conocido y seguro, con mi tribu, tener amistades, saber los detalles sobre ocio y poder elegir. Es bonito, muy bonito en realidad porque he creado para mi hija un contexto funcional, seguro y lleno de amor para ella.

Además, las personas ya no huyen cuando ven a alguien toser, hemos perdido el miedo a lo desconocido o, al menos, un poco.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Descubriendo la mente de una persona con trastorno de la personalidad narcisista

Es teoría, este tipo de psicopatía solo afectaba al 1 % de la población y cerca del 75 % de estas personas son hombres. Es decir, que en España teníamos a casi 500.000 personas con trastorno de la personalidad narcisista o TNP y, de ellos, unos 370.000 eran hombres, que así es más fácil verlo. No obstante, hablao en pasado porque recientes estudios confirman que este porcentaje podría estar ahora mismo entorno al 20 % ¡no me puedo creer este aumento tan significativo! Pues lo cierto es que, según parece, hasta el 50 % de ellos los podemos encontrar en empresas, en puestos directivos o como jefes/dueños/socios del negocio. Creo que esto debería ser un nuevo patrón para este perfil de psicopatías ¿no te parece? Una mayoría de hombres y la mitad en puestos de responsabilidad. Y bueno, volviendo a esos 370.000 que ya tenemos "censados", por decirlo de alguna forma y obviando supuestos más alarmantes, quizás podrías pensar que es casi como encontrar una aguja en un pajar ¿no? Meno...

Momento vital: mejorando

¡Cuántas ganas tenía de escribirte! Pero lo cierto es que ser mamá es un trabajo a tiempo completo y que te ocupa las horas como si tal cosa; empiezas con el paseo y cuando te das cuenta ya la estás acostando y así, todo rodado, los días pasan con gran velocidad. Las noches también se hacen cortas, pero no hay tiempo para pasar sueño, solo algún bostezo furtivo mientras estás haciendo otra cosa. Un poco locura. ¿Vida social? Quizás dentro de un año, mientras tanto hay demasiadas cosas que hacer. ¿Morriñas? Bueno, no puedo decir que no haya cosas que eche de menos, pero realmente no son tan necesarias y es que ahora todo parece haberse quedado en un segundo plano. Supongo que, como casi todo en la vida, es cuestión de prioridades y ahora las mías son otras.  Solo un inciso: es cierto eso de que las personas que no tienen bebés no son conscientes de la cantidad de tiempo libre de que disponen. ¡Vaya! Tú y yo teníamos muchas cosas a medias que deberíamos ir retomando ¿verdad? Mientras...

¡He sobrevivido a la maternidad! De momento

¡Vaya tela! He tenido un bebé ¡HE TENIDO UN BEBÉ! Aun así, a pesar de repetirlo, me parece mentira, si no fuera por todo lo que he sufrido, llorado y vivido en estas últimas semanas. Eso sí que es real. Eso y que ahora solo doy medios abrazos, porque siempre tengo un brazo ocupado, claro. ¿Así es la maternidad? He llorado más que en toda mi vida junta y la mayor parte de las veces ni si quiera sabía por qué lo hacía, solo era un sentimiento fantasma y profundo que no podía detener, aunque si hay algo que destacar es la soledad, la sensación infinita de soledad, de no poder explicar, de no poder verbalizar y de no poder evitar o delegar todo ese dolor. La incomprensión exterior y ese apoyo que no estaba ahí también cuentan. En el hospital, cada persona que entraba a verme era para hacerme daño, la vía, los tactos, las sondas, la epidural, la cesárea y todo eso no mejora tras dar a luz. De repente te enfrentas a una imagen frente al espejo que no reconoces; hinchada, envejecida, cansada ...