La vida después del apocalipsis viríco parece tener otro color, pero uno un poco más apagado y turbio de lo que recordaba. Aunque queda una ebullición latente que amenaza con oscurecerlo más todavía.
Sin duda el 2020 está siendo un año muy peculiar y aún falta ver cómo lo cerraremos ¡solo quedan cuatro meses para darlo todo! ¿La vuelta al cole? ¿Los ERTE? ¿La vuelta al trabajo?
¿Sabes? Creo que a pesar de los 40 años sigue habiendo muchas cosas que todavía me cuesta hacer. No sé si debería confesártelas o no ¿todavía tengo tu respeto? Mantengámoslo unos párrafos más.
Una de las cosas que más cuesta es enfrentar nuestros defectos, nuestros errores y nuestras meteduras de pata. Yo los míos los esquivo, los esquivo lo más posible, hasta que no tengo más remedio que dedicarles un rato y bueno, la mayoría de las veces acabo pensando que no son para tanto.
¿Sabes esas estupideces que a veces salen por nuestra boca, no sabemos ni cómo y que resuenan en nuestra cabeza horas? A mí me pasa constantemente; comentarios inapropiados, algunas palabras poco adecuadas y frases que deberían haberse hundido en esa parte del cuerpo en donde se esconden las habilidades sociales que me faltan. "¿Pero cómo se me ha ocurrido decir eso?".
¡Que me corten la cabeza!
Yo detesto discutir, sobre todo cuando las personas me gritan o pierden los papeles, por eso trato de hacer lo posible para que a mí no me pase. Y ¿soy impulsiva? A veces, pero discutiendo no, aunque tenga que morderme la lengua hasta que sangre, porque es fácil dejarse llevar y caer en el insulto, pero también es verdad que, una vez has faltado el respeto a alguien, echar marcha atrás es imposible.
Uy, cómo se me va la pinza ¿no íbamos a hablar de la nueva normalidad? Que de normal no tiene nada, por cierto.
Parece que poco a poco tengamos que empezar a resignarnos y asumir que tarde o temprano nos enfrentaremos al virus, deseando que sea en su forma más leve. Con los niños en el cole y los rebrotes descontrolados al final hay que seguir adelante. Tratar de evitar vivir con miedo y esperar siempre lo mejor. ¿O no es así? ¿Cómo lo estás viviendo tú? ¿Qué opinas que pasará?
Quizás nos vuelvan a encerrar, aunque no creo que fuera lo más conveniente. Hay muchos puestos de trabajo en juego ¿no te parece?
Lo de hacer pan en casa, cocinar platos sofisticados y sacar partido a todas las horas del día siguen siendo para mí los grandes desconocidos, además, demasiados objetivos como para priorizarlos todos a la vez ¡no saldría bien!
El que se haya alargado tanto esta situación ¿no empieza a resultarte excesivo? ¿También estás empezado a asumir la posibilidad de una infección y perdiendo un poco el miedo? Creo que mirar las noticias no es nada recomendable y vivir enfadados con el sistema, la sociedad, las personas poco respetuosas o el Gobierno, menos todavía. Yo echo en falta un poco de paz mental.
Bueno, más que un poco. Preferiría no sentirme culpable por mis seres queridos, visitar a mis clientes con más libertad o atreverme a retomar mis escapadas al cine sola ¡todo sin remordimientos, claro! Porque empiezan a pesar ya más de la cuenta y entre eso y otras lacras, no me queda espacio mental para centrarme en lo que sí que me va bien, lo que me gusta y lo que me apetece, aunque encuentro muchos incompatibilidades entre esas cosas y la nueva normalidad que vivimos.
¡Ganas de huir aumentando!
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