La convivencia es un tema que suele levantar ampollas, sobre todo porque a los 40 años todos hemos pasado por alguna de esas relaciones que nos llena la boca de espumarajos. O por varias. Y es que la convivencia tiene sus secretos y también necesita sus espacios. Pero, seamos sinceros, tú sabes qué cosas no quieres contar ni enseñar a tu pareja, igual que yo conozco las mías.
Ayer hablaba sobre esto con mi madre. A ella le sorprende que "parece que ahora está de moda que las parejas vivan cada uno en su casa". De hecho, yo tengo unos amigos que lo hacen así y llevan ya muchos años en ese formato, pero se juntan en las comidas (las de todo tipo) y luego cada uno duerme en su casa. Algo perfecto en muchos sentidos.
Para empezar por un punto coherente, debo contarte que vivir sola o solo es algo agradable, más que agradable, sobre todo por esas manías irracionales y racionales que acumulamos con los años sin motivo. Pero más aún por nuestro lado oscuro, ese que esconde inseguridades, rituales y todas las cosas escatológicas que hacen nuestros cuerpos por voluntad propia.
Perdón, rectifico, las manías sí que tienen un motivo, nos aportan seguridad y control sobre el entorno, algo bastante agradable para variar y que nos permite esa cálida sensación de bienestar en el hogar que solo sentimos en nuestra propia casa.
Cuando estás sola o solo en tu casa, en tu entorno más privado y seguro, puede que hagas cosas que no quieras enseñar a ninguna otra persona en el mundo y que negarás siempre. ¿Sabes ese espacio que muchas personas utilizan como excusa para romper con elegancia y sin la parte cruel? Pues eso existe, ese espacio personal por el que pasas desnuda, en el que se te escapan eructos y otros gases y que te ha visto comer unas guarradas inhumanas. Ese espacio es el responsable de mantener el equilibrio en tu vida y en tu cabeza. Un desahogo obligatorio capaz de romper relaciones.
Además, a eso hay que añadir los problemas habituales de la convivencia. Esos que todos conocemos; la limpieza, el orden y el resto de tareas del hogar. Hay tantas tareas como posibles conflictos, todo carnaza para alimentar peleas ¡un auténtico placer para los sentidos! Algo que no mejora con los años. Y ¿te imaginas si tuvieras niños? Eso sí que es el sumun de las motivaciones: la educación de un hijo. Solo con eso puedes alimentar broncas para el resto de tu vida ¡incluso desde el embarazo!
A veces necesitamos tener esa pequeña sensación de control que nos ofrece el saber dónde está cada cosa. Una sensación que ha visto lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros sin reírse ni asustarse ni contárselo a nadie. Porque hay algo que no nos va a fallar y ese algo somos nosotros mismos.
Con el tiempo, esa sensación puede llegar a ser similar a la que te haga sentir tu pareja y, si llegas a algo así, es que serás una de esas afortunadas que consigue el premio gordo de la lotería. Pero no creas que será cosa del azar, porque esa sensación es la meta de un camino bastante largo y tortuoso. Y, si echas la vista atrás, verás que ha supuesto días muy duros, nervios, paciencia, cesiones de ese espacio que comentábamos antes, más paciencia y muchas muchas ganas de conseguirlo juntos. Es decir, lo mismo que vería la otra persona, ya que los obstáculos deben superarse por ambas partes y, si uno de los dos se cansa, se queda rezagado o tira la toalla, nunca llegaréis a alcanzar esa meta.
Supongo que en la actitud, durante todo ese camino, reside la diferencia entre las relaciones tóxicas y las constructivas. La actitud y el humor con el que se afronten todos esos baches y obstáculos caprichosos que nos encontramos. Esa actitud que te anima y te hace pensar que vale la pena superar cualquier problema, que compensa y que esa otra personas que has escogido para andar junto a ti va a seguir ahí.
Bueno, perdona si te asusto con los romanticismos de domingo (aunque lo leas el lunes). No me ha picado ningún bicho y he visto suficientes finales felices como para saber qué hay al otro lado.
De lo contrario, en tu lucha personal al afrontar los problemas de la convivencia (el camino del amor), tendrás a tu lado a una personas pesimista, que no sepa sacarte una sonrisa cuando la necesitas y no la encuentras, que no tenga interés en satisfacer tus deseos o curiosidades, que quiera cederte ni un metro de su espacio, que no entienda el nosotros o que no te respete. Todo tóxico.
Con esto solo digo que me parece muy comprensible eso de vivir separados, aunque se esté en una relación sentimental y que, probablemente, también sea mi primera elección durante bastante tiempo.
Dime ¿qué es lo que tú echas de menos de vivir sola o solo?
Comentarios
Publicar un comentario
¿Te ha gustado? Dime cosas.