No sé si es muy práctico hablar de las cosas de cama porque existen tantas opciones entre esas cosas como camas y, desde que nos gusta probar lugares nuevos, a las camas también habría que añadir sofás, coches, playas y otros contextos diferentes. Pero bueno, echaré mano de disco duro y veré qué cosas puedo plantearte. El resto lo dejo para la década de los 40 ¡hay tanto aún por descubrir!
Empecemos por las confesiones: yo creo en la incompatibilidad sexual ¡firmemente! Y a estas alturas seguro que ya lo has entendido. Aunque estoy segura de que ya te lo había dicho. El caso es que ya sé que una relación puede romperse por el sexo o porque el sexo no funciona, sea por mucho, por poco o por diferente. Por eso no estoy de acuerdo en demorar en exceso ese primer encuentro, al menos no tanto como para que tus expectativas te jueguen una mala pasada. Porque esas pajas mentales pueden hacerte sentir embriagada por tu pareja y, después de un encuentro horrible, confundirte.
Ya sabes esa parte católico-religiosa que se resume en "la culpa", ¿de quién es la culpa? El caso es que ese sentimiento de culpa todavía queda latente en nuestra psique. La mía es quizás residual, pero aún así tuvo suficiente peso como para impedirme dejar a alguien por el sexo ¡un verdadero error! Y algo que arrastré durante tanto tiempo que al final supuso un daño peor, para ambos. Yo me decía "¿cómo puedo dejar a alguien por el sexo cuando todo lo demás es fantástico?". Pero bueno, él fue mi mejor amigo, le quise y le quiero y espero que siga en mi vida durante mucho mucho tiempo. Así que ¡hay parte buena!
Pero el que exista esa incompatibilidad no implica que debemos correr a pasar por la piedra a cualquiera que nos guste un poco. Y, ya sabes, si la primera vez no funciona, siguen intentándolo. Otra confesión que ya conoces es que las primeras veces pueden ser un desastre. Los nervios, la inseguridad, los complejos y el miedo al rechazo hacen su aparición en los momentos menos apropiados.
Me gustaría transmitirte muchas cosas, porque estos meses desde aquel fatídico 14 de marzo han sido un auténtico tiovivo mental. Y no hay nada tan potente para estimular la mente como ser consciente de nuestra propia humanidad.
Somos frágiles, débiles y generalmente estúpidos o descarados. Muy valientes cuando nos sentimos fuertes y quizás muy cobardes al día siguiente cuando algo cambia a nuestro alrededor.
¡Así somos!
Nos pasamos la vida haciendo planes para volver a rehacerlos después. Bueno, seguro que esto no es lo que hace todo el mundo, pero yo sí. Me gustan los planes, las fantasías y tener opciones. Los ahorros, las huchas y el plan B para cuando sea vieja. Aunque eso implica que debo llegar a vieja.
¿Tú has pasado alguna vez por esos cambios vocacionales? ¿Has querido ser una cosa y después otra? ¿Y dónde estás ahora?
Y, volviendo al sexo y las relaciones ¿eres feliz? ¿Tienes lo que quieres? ¿Te sientes cómoda con tu pareja?
Pues de esto se trata, de ti, de que seas feliz y libre, además de la primera de tu lista. Escoge el trabajo que te haga disfrutar de tus jornadas laborales y, si no es así, cámbialo.
Quédate con el hombre que sume y no esperes que te haga feliz, porque eres tú quien tiene ese poder. Tú puedes ser feliz si quieres y si te quieres lo suficiente otros también lo harán, también te querrán.
De nuevo esta situación nos enseña que somos vulnerables, que todo puede ser efímero y que lo que de verdad importa son las personas, a todas las que hemos añorado tanto en estos días y sus abrazos y sus besos... ¿Sabes lo preciado que es todo esto como para malgastarlo?
Llevo más de un año viviendo aquí y siendo testigo del trato que se profesan mis vecinos, un matrimonio que discute por deporte, que se grita más de lo que se besa y ¿cómo puede ser que les oiga discutir tan claramente cada día pero nunca les haya escuchado tener relaciones? ¿Acaso tienen orgasmos ninja?
Hay personas que, por el miedo al cambio, prefieren mantener la realidad que conocen, por mala que esta esa. Prefieren la rutina que ya controlan antes de probar otra desconocida o nueva. ¿Y si no sobrevivimos el tiempo suficiente?
Vale, vale, que me estoy poniendo fatalista y nada más lejos de la realidad. Estoy llena de energía y de ganas de vivir y de probar. En estos escritos he recogido muchos deseos, malas experiencias e ideas que me rondan la cabeza desde hace mucho tiempo. Me ha servido para mantenerme más cuerda en todo este tiempo sola en casa, pero también para ordenar la cabeza durante la incertidumbre.
Seguimos sin saber cuántas veces más nos encerrarán en casa o cuántos años más conviviremos con un virus tan complejo. Y no creas que la parte económica no me preocupa, porque sé que hay mucha gente en una situación realmente precaria y podríamos ser nosotras las siguientes. No es fácil conseguir ahorrar y pocos meses sin ingresos serían fatales. Pero siempre hay esperanzas, siempre hay opciones.
¡Siempre!
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