Y estoy deseándolo, lo del gintonic, claro. Creo que hace como dos o tres meses que no tomo uno y he pensado que voy a concederme ese capricho. Y es que este post lo escribí anoche, teniendo en cuenta que se ha publicado el 28 de abril, el día que hace 46 que estamos en cuarentena. Una noche en la que seguro acabaré con la tripa caliente.
Creo que si me trasladase ahora todavía podría reducir más mis elenco de maletas a transportar, peor para la empresa de mudanza y mejor para mí. Y ese traslado no es algo que descarto, quizás ha llegado el momento de hacerlo. Yo vine a Torrent (que es donde vivo ahora) por amor, después me quede por la niña que tenía en acogida y ahora ya no me quedan más excusas para seguir aquí. Mis clientes están bastante desperdigados, entre Valencia, Castellón y otras provincias como Madrid, así que me apetece buscar un lugar en el que me sienta más cómoda.
Me encantaría Segorbe, una población que me ha atraído siempre y que me gusta particularmente, a tan solo 15 kilómetros de mi madre y mis abuelos. Sin embargo, estoy en un momento en el que o me acerco a la familia o doy el salto y busca una oportunidad laboral en otro sitio, algo que también lleva años tentándome y que siempre he pospuesto por unos u otros motivos. Pero así, sin amor ni niña... Quizá baraje esa posibilidad, no hay prisa. Me gustaría tomarme los siguientes meses para decidirlo y esperar a septiembre para hacerlo efectivo. Sí ¡ya tengo fecha! Por algo se empieza.
Estaba recordando una de las conversaciones que mantuve ayer con un amigo sobre los celos irracionales, aunque todos lo son en realidad ¿has sentido celos alguna vez? Yo quizás sí, cuando era más joven, algún mosqueo raro sin pies ni cabeza, aunque sí que me han engañado (y un chico con el que convivía), pero ha sido uno de los problemas que menos me ha costado racionalizar. Creo que a mi ex le incomodaba mi falta absoluta de celos e incluso me comentaba las situaciones en las que otras mujeres le habían tentado o habían flirteado con él.
Yo pensé en engañarle y estaba convencida de hacerlo, pero solo como vía de escape para resolver un problema que entre nosotros no tenía solución. Por suerte finalmente nos dimos cuenta y se termino una situación que no nos hacía felices a ninguno de los dos.
También he sido objeto de celos por parte de otras mujeres y una de ellas es justo la que comentaba (es lo que tiene el gintonic, que suelta la lengua, así que si me lees lo siento por chivarme). Él me decía que una ex suya, con la que hacía meses que no hablaba, de pronto le había llamado para decirle que a ver quién era esa tal Vanesa, que seguro que se la quería tirar.
Por favor, si tú (mujer) has hecho esto alguna vez, escúchate en voz alta antes de que te oigan los demás ¿no te das cuenta de lo ridículo que suena, de lo incoherente que es en realidad?
No sé si con la llamada pretendía volver a captar la atención de mi amigo o incitarle a renovar la relación que ellos mantenían, pero informarle de que está pendiente de sus redes sociales, de que sabe que hay una chica que se llama Vanesa que le pone comentarios en sus publicaciones o desde cuándo lo hace, es lo más parecido a la desesperación que he oído antes ¡imagínate! Una mujer que siente celos cuando ni si quiera mantiene una relación ¿eso no suena a trastorno?
Creo que solo por rebeldía o por mantenerla ocupada, ya que parece estar tan ociosa, voy a continuar comentando las publicaciones de mi amigo tantas veces como me apetezca. ¿Qué harías tú?
Tampoco es algo nuevo, hace varios meses que esto mismo me pasa con un amigo más cercano. Él estaba manteniendo una relación con una chica bastante agradable, la verdad y al menos a mí me caía bien en un principio. De hecho la invité a mi casa en varias ocasiones, sobre todo a cenar, a ella y a sus hijas; también se vinieron a la piscina una tarde, yo le corté el pelo a sus niñas, le pasé ropa nueva o semi nueva para su hija pequeña, unas botas para ella, le di trabajo en mi casa, en fin, parece que me esté justificando pero es que en realidad la acepté de buena gana y quise ser amable y ayudarle.
Poco después, cuando ellos rompen, me entero de que ella no me podía ver ni en pintura y al volver a estar juntos cualquiera diría que él tiene toque de queda. Ya no salía con nosotros, no me contestaba a los whatsapp (a algunos) y ni me felicitó en mi cumpleaños.
Él es amigo mío y le aprecio y supongo que será amigo mío siempre, pero ella me hace sentir molesta, ahora que lo sé. Más que molesta indignada (bueno, cada vez menos), porque no entiendo que su respuesta hacia mí, después de todo, hayan sido los celos o el coartar a mi amigo de esa manera ¡pero qué más le dará a ella si él no hacía daño a nadie! Aunque supongo que la culpa es compartida, porque él habrá aceptado sus condiciones.
¿Y sabes qué es lo peor? Que ellos hacen buena pareja, los dos delgados, bonicos, de la misma estatura... Y que todos los amigos aceptamos de buena gana el que estén juntos y nos parece estupendo, ambos son mayores, entonces ¿por qué nos rechazan así? ¡Misterios del hoy y siempre!
Las relaciones humanas son complicadas, siempre lo han sido y cuando no lo son las complicamos nosotros. Parece que nos cueste ser simplemente felices o, como dice Elsa Punset, que nuestro cerebro no esté programado para la felicidad. Eso que muchos pasan la vida buscando y que si te paras verás que eres tú el que tiene todas las claves para conseguir. Curioso.
A veces es agradable ser espectadora y no actriz en este entorno nuestro, aunque otras se empeñen en cambiarte el papel. No es que pretenda ser indiferente, es que hay muchas cosas a las que no veo razón suficiente para darles tiempo del mío, para tomarlas en serio.
Cuando era pequeña, en la época en la que estaba en EGB, vivía en un pueblo pequeño, de esos en los que las personas se ponen al día constantemente respecto a lo que cada uno hace o deja de hacer en su casa. La pega es que mi familia llamaba la atención, por un lado por las corredurías de mi padre, un hombre de moral laxa abonado a la mitad de los bares del pueblo y a un buen porcentaje de sus vecinas. Por otro lado, por mi falta de picardía y experiencia, aunque eso solo afectaba a mi grupo más cercano (a mi mundo).
Esa misma falta de picardía también me condicionó mi adolescencia y a mis amistades en el pueblo de mi madre, pero eso es otra historia para no dormir que tengo cero ganas de recordar. Pasó, yo estaba empanada de la vida y me pilló sin maldad ninguna. Fin.
Esas eran razones suficientes por las que yo quisiera vivir en un lugar más anónimo para mí. Que me permitiera aprender de mis errores a mi ritmo, sin ser juzgada gratuitamente.
Ahora por fin tengo 40 años y es más difícil recibir críticas ajenas por hacer o dejar de hacer. Creo que es el momento justo para el "todo vale" y celos externos a parte, me siento empoderada como nunca.
A lo que iba, que el gintonic me nubla y me suelta los dedos. Que tengo ganas de vivir de otra manera.
Teniendo en cuenta que he pasado la tarde escribiendo artículos sobre suplementación natural... Era eso o algo más físico y, ante la falta de opciones, gana el gintonic.
Si debo destacar algo de estas semanas enclaustrada es que me estoy desmaterializando o, dicho de otra manera, estoy perdiendo mi interés por lo material a marchas forzadas. Y ya sé que de algún modo todos nos damos cuenta de lo mucho que echamos de menos a las personas importantes de verdad para nosotros por encima de cualquier objeto. Pero también lo fácil que resulta sobrevivir sin una gran cantidad de cosas que comprábamos con frecuencia (espero que este post no me lo censuren por incitación al no consumismo).
En todo hay prioridades, ahí estarían mi ordenador, mi vibrador y alguna cosa más. Pero por lo demás, es fácil vivir con poca cosa.
Tampoco es que sea mi primera vez ¿te he contado que mi pisito de soltera tenía menos de 20 metros cuadrados? Era fantástico para limpiar el polvo, solo había que entrar con mucho ímpetu y agitar un par de veces la puerta antes de cerrarla y listo.
Un pequeño pisito en la calle Cádiz (con una enorme terraza), en Ruzafa nada menos y que vendí en mayo de 2014 ¡una pena!
La vida allí era estupenda, muy de barrio pero con mucho ambiente y opciones. No como ahora ¡hasta teníamos pescadería! Un lujo en extinción.
Es posible que a lo largo de mi vida haya hecho unas 30 mudanzas y créeme que es algo a lo que puedes acostumbrarte. Terminas por acumular cada vez menos cosas y entre un traslado y otro te vas desprendiendo de recuerdos que dejas aquí y allí.
Me gusta esa sensación de poder hacer lo que quiera cuando quiera, aunque ahora sí hay cosas que me retienen, más que cosas son gatos, Cleopatra, Atila y la Peluda. Tres amores que sí dependen de mí y de alguna manera me atan. Pero tampoco puedo decir que coarten mi libertad de viajar, por ejemplo, hay soluciones para poder hacerlo (por tiempo limitado).
¿Tú has pensado en la cantidad de cosas que te retienen o a las que te atas?
Creo que si me trasladase ahora todavía podría reducir más mis elenco de maletas a transportar, peor para la empresa de mudanza y mejor para mí. Y ese traslado no es algo que descarto, quizás ha llegado el momento de hacerlo. Yo vine a Torrent (que es donde vivo ahora) por amor, después me quede por la niña que tenía en acogida y ahora ya no me quedan más excusas para seguir aquí. Mis clientes están bastante desperdigados, entre Valencia, Castellón y otras provincias como Madrid, así que me apetece buscar un lugar en el que me sienta más cómoda.
Me encantaría Segorbe, una población que me ha atraído siempre y que me gusta particularmente, a tan solo 15 kilómetros de mi madre y mis abuelos. Sin embargo, estoy en un momento en el que o me acerco a la familia o doy el salto y busca una oportunidad laboral en otro sitio, algo que también lleva años tentándome y que siempre he pospuesto por unos u otros motivos. Pero así, sin amor ni niña... Quizá baraje esa posibilidad, no hay prisa. Me gustaría tomarme los siguientes meses para decidirlo y esperar a septiembre para hacerlo efectivo. Sí ¡ya tengo fecha! Por algo se empieza.
Estaba recordando una de las conversaciones que mantuve ayer con un amigo sobre los celos irracionales, aunque todos lo son en realidad ¿has sentido celos alguna vez? Yo quizás sí, cuando era más joven, algún mosqueo raro sin pies ni cabeza, aunque sí que me han engañado (y un chico con el que convivía), pero ha sido uno de los problemas que menos me ha costado racionalizar. Creo que a mi ex le incomodaba mi falta absoluta de celos e incluso me comentaba las situaciones en las que otras mujeres le habían tentado o habían flirteado con él.
Yo pensé en engañarle y estaba convencida de hacerlo, pero solo como vía de escape para resolver un problema que entre nosotros no tenía solución. Por suerte finalmente nos dimos cuenta y se termino una situación que no nos hacía felices a ninguno de los dos.
También he sido objeto de celos por parte de otras mujeres y una de ellas es justo la que comentaba (es lo que tiene el gintonic, que suelta la lengua, así que si me lees lo siento por chivarme). Él me decía que una ex suya, con la que hacía meses que no hablaba, de pronto le había llamado para decirle que a ver quién era esa tal Vanesa, que seguro que se la quería tirar.
Por favor, si tú (mujer) has hecho esto alguna vez, escúchate en voz alta antes de que te oigan los demás ¿no te das cuenta de lo ridículo que suena, de lo incoherente que es en realidad?
No sé si con la llamada pretendía volver a captar la atención de mi amigo o incitarle a renovar la relación que ellos mantenían, pero informarle de que está pendiente de sus redes sociales, de que sabe que hay una chica que se llama Vanesa que le pone comentarios en sus publicaciones o desde cuándo lo hace, es lo más parecido a la desesperación que he oído antes ¡imagínate! Una mujer que siente celos cuando ni si quiera mantiene una relación ¿eso no suena a trastorno?
Creo que solo por rebeldía o por mantenerla ocupada, ya que parece estar tan ociosa, voy a continuar comentando las publicaciones de mi amigo tantas veces como me apetezca. ¿Qué harías tú?
Tampoco es algo nuevo, hace varios meses que esto mismo me pasa con un amigo más cercano. Él estaba manteniendo una relación con una chica bastante agradable, la verdad y al menos a mí me caía bien en un principio. De hecho la invité a mi casa en varias ocasiones, sobre todo a cenar, a ella y a sus hijas; también se vinieron a la piscina una tarde, yo le corté el pelo a sus niñas, le pasé ropa nueva o semi nueva para su hija pequeña, unas botas para ella, le di trabajo en mi casa, en fin, parece que me esté justificando pero es que en realidad la acepté de buena gana y quise ser amable y ayudarle.
Poco después, cuando ellos rompen, me entero de que ella no me podía ver ni en pintura y al volver a estar juntos cualquiera diría que él tiene toque de queda. Ya no salía con nosotros, no me contestaba a los whatsapp (a algunos) y ni me felicitó en mi cumpleaños.
Él es amigo mío y le aprecio y supongo que será amigo mío siempre, pero ella me hace sentir molesta, ahora que lo sé. Más que molesta indignada (bueno, cada vez menos), porque no entiendo que su respuesta hacia mí, después de todo, hayan sido los celos o el coartar a mi amigo de esa manera ¡pero qué más le dará a ella si él no hacía daño a nadie! Aunque supongo que la culpa es compartida, porque él habrá aceptado sus condiciones.
¿Y sabes qué es lo peor? Que ellos hacen buena pareja, los dos delgados, bonicos, de la misma estatura... Y que todos los amigos aceptamos de buena gana el que estén juntos y nos parece estupendo, ambos son mayores, entonces ¿por qué nos rechazan así? ¡Misterios del hoy y siempre!
Las relaciones humanas son complicadas, siempre lo han sido y cuando no lo son las complicamos nosotros. Parece que nos cueste ser simplemente felices o, como dice Elsa Punset, que nuestro cerebro no esté programado para la felicidad. Eso que muchos pasan la vida buscando y que si te paras verás que eres tú el que tiene todas las claves para conseguir. Curioso.
A veces es agradable ser espectadora y no actriz en este entorno nuestro, aunque otras se empeñen en cambiarte el papel. No es que pretenda ser indiferente, es que hay muchas cosas a las que no veo razón suficiente para darles tiempo del mío, para tomarlas en serio.
Cuando era pequeña, en la época en la que estaba en EGB, vivía en un pueblo pequeño, de esos en los que las personas se ponen al día constantemente respecto a lo que cada uno hace o deja de hacer en su casa. La pega es que mi familia llamaba la atención, por un lado por las corredurías de mi padre, un hombre de moral laxa abonado a la mitad de los bares del pueblo y a un buen porcentaje de sus vecinas. Por otro lado, por mi falta de picardía y experiencia, aunque eso solo afectaba a mi grupo más cercano (a mi mundo).
Esa misma falta de picardía también me condicionó mi adolescencia y a mis amistades en el pueblo de mi madre, pero eso es otra historia para no dormir que tengo cero ganas de recordar. Pasó, yo estaba empanada de la vida y me pilló sin maldad ninguna. Fin.
Esas eran razones suficientes por las que yo quisiera vivir en un lugar más anónimo para mí. Que me permitiera aprender de mis errores a mi ritmo, sin ser juzgada gratuitamente.
Ahora por fin tengo 40 años y es más difícil recibir críticas ajenas por hacer o dejar de hacer. Creo que es el momento justo para el "todo vale" y celos externos a parte, me siento empoderada como nunca.
A lo que iba, que el gintonic me nubla y me suelta los dedos. Que tengo ganas de vivir de otra manera.
Pues a cambiar, dices lo que quieres. ❤️
ResponderEliminarLas relaciones humanas son complicadas, siempre lo han sido y cuando no lo son las complicamos nosotros. Parece que nos cueste ser simplemente felices o, como dice Elsa Punset, que nuestro cerebro no esté programado para la felicidad. Eso que muchos pasan la vida buscando y que si te paras verás que eres tú el que tiene todas las claves para conseguir. Curioso.
ResponderEliminarMe quedo con este parrafo. Y otra vez, joder que valiente.
Las relaciones humanas son complicadas, siempre lo han sido y cuando no lo son las complicamos nosotros. Parece que nos cueste ser simplemente felices o, como dice Elsa Punset, que nuestro cerebro no esté programado para la felicidad. Eso que muchos pasan la vida buscando y que si te paras verás que eres tú el que tiene todas las claves para conseguir. Curioso.
ResponderEliminarMe quedo con este parrafo. Y otra vez, joder que valiente.