Estamos viviendo unos días locos sin comparación, pero es que parece que encima a mí me guste complicarlos especialmente. Ayer estuve dando una charla sobre la gestión de redes sociales para empresas. Era algo gratuito, por Zoom y para unos pocos amigos que querían aprovechar estos días de encierro para mejorar y aumentar sus comunidades de seguidores. Pero finalmente nos juntamos más de 30 personas ¡una locura!
Yo estaba bastante nerviosa, sobre todo porque la tecnología parecía querer fallar en un primer momento. Y con toda esa gente ahí pendiente ¡tierra trágame! Así que me costó un poco arrancar, pero salió.
Olvidé leer mis notas, cometí un error al inicio y me salté muchos detalles que tenía previsto comentar, pero bueno, más allá de todo eso lo hice. Di una charla de iniciación de una media hora y propuse un curso para profundizar en las redes sociales de tres días (para los días 14, 16 y 21 de abril de 12:00 a 13:00). En principio no fue mal, incluso la gente preguntó, por lo que pasé otra media hora resolviendo dudas. Eso no dice mucho a mi favor ¿lo hice demasiado complicado? Tendré que tenerlo en cuenta para el curso y prepararme bien el material adicional ¡quizás ponga hasta deberes! Pues estar muy chulo. Ya veremos.
De momento, la tensión ha dejado su marca en mi labio, así que habrá que controlar que no vuelva a pasar o acabaré el curso como Carmen de Mairena.
A pesar de la charla, el día no empezó mal. Me sobresaltó el sonido del timbre de la puerta, eso es casi imposible de escuchar en estos días de encierro, por lo que casi te deja sin respiración. Es como si tras sonar se hiciera un silencio incómodo, seguido de un "¿eso ha sido aquí o me lo he imaginado?".
El tipo al otro lado del telefonillo recitó mi nombre completo y después me preguntó por la planta.
- Es el tercer piso.
- Vale, te dejo el paquete en el ascensor - dijo el repartidor.
- Gracias.
Salgo (tras adecentarme un poco) y al abrir la puerta del ascensor, una puerta que llevo casi un mes evitando tocar como si fuera la peste o estuviera compuesta de vómito ajeno, me encuentro una caja alargada.
Ya en casa, tras destrozar la pobre caja para sacar su contenido sin tirones ni movimientos bruscos, aparece un precioso ramo de flores, romántico y lacónico, en tonos rosados y verdes. Con unos enormes capullos de rosa y un jarrón de cristal transparente, grande y precioso. ¡Me habían regalado un flores!
Junto a las ramitas de hojas redondas había una tarjeta con los mejores deseos de mis familiares más cercanos y queridos para mí en el día de mi cumpleaños. Imposible leer esas palabras sin que afloren las lágrimas en mis ojos. Lo dije en una de mis publicaciones: sin duda la vida me sonríe. No se puede tener una suerte mayor que estar rodeada de personas que de verdad te quieren en cada momento de tu vida, seas mejor o peor persona, estés atravesando un bache o en un momento dulce como es el mío. Lo mejor de mí es mi familia.
Quizás el ramo se adelantó dos días, pero ha sido como un previo, un motivo de celebración también y pronto habrá más.
El otro día encargué una tarta buenísima para mí y que me traerían a casa hoy sábado. En este caso me tentaba muchísimo porque se trataba de una cheese cake vegana y sin azúcar, solo por complicarlo claro, que una a los 40 debe ser exigente por naturaleza o porque yo lo valgo. Aunque ya, de la tartita, tendré que hablar mañana... Cuando la haya probado. Pero no prometo que llegue al domingo.
Será mi primer cumpleaños en solitario y el primero en el que voy a tener una tarta que no pretendo compartir. Para que veas que a los 40 siguen quedando muchas primeras veces.
Quizás cuando salgamos del encierro tenga que replantearme mi rutina diaria e incorporar cremitas, tratamientos y otras opciones de esas para que la cara no se te vaya descolgando con los años. Sería interesante valorar opciones.
También es curioso que, después de casi 30 días encerrada en casa, sienta tantos deseos de salir a correr ¿efecto rebote?
Cuando todo esto empezó me sentía bastante positiva y capaz, tenía ganas de cuidar de mí y de incorporar otros hábitos a mi vida. A esta edad ya no espero reproducirme con ningún príncipe azul o que de repente me cambie nadie la vida. De hecho mis motivaciones están más relacionadas con la realización personal, con sacar de mí todo lo que puedo dar, con conseguir grandes cosas en los negocios y llevar mi empresa al siguiente nivel. Así que, cómo no, también había aspiraciones físicas que quería añadir en mi metas más cercanas y lo haré con el tiempo.
Me gustaría decirte lo mismo a ti. Ya sé que hay personas que piensan que si tus aspiraciones son muy altas podrías mearte encima, bueno, no sé exactamente cómo es el dicho, pero creo que se entiende el contenido. Yo solo te digo que no hay metas imposibles, solo trayectos sencillo.
Si quieres llegar muy lejos empieza por trocear todo ese camino en pequeñas etapas y, poco a poco, las superarás una a una. No puedes subir al Empire State por las escaleras y del tirón sin pretender descansar en algún momento. Fíjate si es duro que incluso han inventado una carrera que consiste en hacer justamente eso. Pero para los simples mortales, para los que todavía no estamos preparados, la proeza solo es posible si nuestra meta solo consiste en "un piso más", "una planta más".
No importa cuánto cueste llegar arriba o cuántas veces debas detenerte a descansar y tomar aliento, pero nunca retrocedas. Los grandes empresarios de éxito suelen coincidir en que no hay ideas imposibles si hay alguien que cree en ellas y dedica sus esfuerzos a hacerlas realidad.
Pronto terminará todo ¿no ves ya la luz al final del túnel?
Yo estaba bastante nerviosa, sobre todo porque la tecnología parecía querer fallar en un primer momento. Y con toda esa gente ahí pendiente ¡tierra trágame! Así que me costó un poco arrancar, pero salió.
Olvidé leer mis notas, cometí un error al inicio y me salté muchos detalles que tenía previsto comentar, pero bueno, más allá de todo eso lo hice. Di una charla de iniciación de una media hora y propuse un curso para profundizar en las redes sociales de tres días (para los días 14, 16 y 21 de abril de 12:00 a 13:00). En principio no fue mal, incluso la gente preguntó, por lo que pasé otra media hora resolviendo dudas. Eso no dice mucho a mi favor ¿lo hice demasiado complicado? Tendré que tenerlo en cuenta para el curso y prepararme bien el material adicional ¡quizás ponga hasta deberes! Pues estar muy chulo. Ya veremos.
De momento, la tensión ha dejado su marca en mi labio, así que habrá que controlar que no vuelva a pasar o acabaré el curso como Carmen de Mairena.
A pesar de la charla, el día no empezó mal. Me sobresaltó el sonido del timbre de la puerta, eso es casi imposible de escuchar en estos días de encierro, por lo que casi te deja sin respiración. Es como si tras sonar se hiciera un silencio incómodo, seguido de un "¿eso ha sido aquí o me lo he imaginado?".
El tipo al otro lado del telefonillo recitó mi nombre completo y después me preguntó por la planta.
- Es el tercer piso.
- Vale, te dejo el paquete en el ascensor - dijo el repartidor.
- Gracias.
Salgo (tras adecentarme un poco) y al abrir la puerta del ascensor, una puerta que llevo casi un mes evitando tocar como si fuera la peste o estuviera compuesta de vómito ajeno, me encuentro una caja alargada.
Ya en casa, tras destrozar la pobre caja para sacar su contenido sin tirones ni movimientos bruscos, aparece un precioso ramo de flores, romántico y lacónico, en tonos rosados y verdes. Con unos enormes capullos de rosa y un jarrón de cristal transparente, grande y precioso. ¡Me habían regalado un flores!
Junto a las ramitas de hojas redondas había una tarjeta con los mejores deseos de mis familiares más cercanos y queridos para mí en el día de mi cumpleaños. Imposible leer esas palabras sin que afloren las lágrimas en mis ojos. Lo dije en una de mis publicaciones: sin duda la vida me sonríe. No se puede tener una suerte mayor que estar rodeada de personas que de verdad te quieren en cada momento de tu vida, seas mejor o peor persona, estés atravesando un bache o en un momento dulce como es el mío. Lo mejor de mí es mi familia.
Quizás el ramo se adelantó dos días, pero ha sido como un previo, un motivo de celebración también y pronto habrá más.
El otro día encargué una tarta buenísima para mí y que me traerían a casa hoy sábado. En este caso me tentaba muchísimo porque se trataba de una cheese cake vegana y sin azúcar, solo por complicarlo claro, que una a los 40 debe ser exigente por naturaleza o porque yo lo valgo. Aunque ya, de la tartita, tendré que hablar mañana... Cuando la haya probado. Pero no prometo que llegue al domingo.
Será mi primer cumpleaños en solitario y el primero en el que voy a tener una tarta que no pretendo compartir. Para que veas que a los 40 siguen quedando muchas primeras veces.
Quizás cuando salgamos del encierro tenga que replantearme mi rutina diaria e incorporar cremitas, tratamientos y otras opciones de esas para que la cara no se te vaya descolgando con los años. Sería interesante valorar opciones.
También es curioso que, después de casi 30 días encerrada en casa, sienta tantos deseos de salir a correr ¿efecto rebote?
Cuando todo esto empezó me sentía bastante positiva y capaz, tenía ganas de cuidar de mí y de incorporar otros hábitos a mi vida. A esta edad ya no espero reproducirme con ningún príncipe azul o que de repente me cambie nadie la vida. De hecho mis motivaciones están más relacionadas con la realización personal, con sacar de mí todo lo que puedo dar, con conseguir grandes cosas en los negocios y llevar mi empresa al siguiente nivel. Así que, cómo no, también había aspiraciones físicas que quería añadir en mi metas más cercanas y lo haré con el tiempo.
Me gustaría decirte lo mismo a ti. Ya sé que hay personas que piensan que si tus aspiraciones son muy altas podrías mearte encima, bueno, no sé exactamente cómo es el dicho, pero creo que se entiende el contenido. Yo solo te digo que no hay metas imposibles, solo trayectos sencillo.
Si quieres llegar muy lejos empieza por trocear todo ese camino en pequeñas etapas y, poco a poco, las superarás una a una. No puedes subir al Empire State por las escaleras y del tirón sin pretender descansar en algún momento. Fíjate si es duro que incluso han inventado una carrera que consiste en hacer justamente eso. Pero para los simples mortales, para los que todavía no estamos preparados, la proeza solo es posible si nuestra meta solo consiste en "un piso más", "una planta más".
No importa cuánto cueste llegar arriba o cuántas veces debas detenerte a descansar y tomar aliento, pero nunca retrocedas. Los grandes empresarios de éxito suelen coincidir en que no hay ideas imposibles si hay alguien que cree en ellas y dedica sus esfuerzos a hacerlas realidad.
Pronto terminará todo ¿no ves ya la luz al final del túnel?
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