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Una clase presencial de Marketing digital

Por fin, después de todos los altibajos infecciosos, he vuelto a impartir una clase presencial y nada menos que de 4 horas seguidas ¡un reto! Hasta que empiezas y todo va saliendo solo. Aunque cuando eran online pudimos ver más materia, pero esas interrupciones, las preguntas y la interacción en general son geniales. Lo echaba de menos. Porque todo ese feedback inmediato forma parte también del contenido de cada sesión y ayuda mucho a enfocarse en lo que de verdad le interesa a los oyentes. Además, así sabes seguro que no los estás perdiendo. Un auténtico placer.

¿Lo mejor? Que lleguen la hora de irse a casa y te pidan que sigas. Eso no tiene precio.

El marketing digital sigue siendo un rompecabezas para muchos emprendedores, que o no saben cómo sacarle partido o no entienden por donde empezar. Y lo malo es que eso genera mucho rechazo ¡una pena! Y me encantaría ayudar a la gente para hacérselo más fácil, al menos esas directrices básicas que deben poner en marcha, a discernir lo que puede servirles y lo que no.

Por eso el proyecto de la lanzadera me pareció tan interesante, imagínate, supone ayudar a las personas que quieren emprender a hacerlo con seguridad. Y, después de ver que las empresas siguen cometiendo los mismos errores, tanto grandes como pequeñas, el acompañar a los emprendedores para que puedan evitarlos desde el principio, me parece una gran idea.

Y es que debemos reconocer que no estamos preparados para emprender, que no nos programan para ello. Y no es fácil, después de que la educación básica se basa en el mínimo esfuerzo, pedirle a alguien que salga ahí fuera, que trabaje, que investigue, que pruebe y que crea en sí mismo, manteniendo una actitud positiva durante todo el proceso. Después dicen que estamos hechos de otra pasta, como si solo hubiera funcionarios o emprendedores.

Lo cierto, en mi opinión, es que emprender es una gran opción. Puede ayudarnos cuando nos cuesta encontrar trabajo y nos ofrece otra perspectiva del contexto que nos rodea.

Ayer tenía un alumno de esos que podrían parecer incómodos, de los escépticos que te llevan la contraria o te obligan a argumentar con más contundencia. Al final de la clase vino a disculparse por su actitud y le dije: "puedes ver el marketing digital como un teatro, si eso te hace sentirte más íntegro, pero aun así, debes decidir si serás actor o espectador".

Para el resto, espero que al menos pudieran entender que también en el ámbito digital los resultados se consiguen con trabajo constante y diario. Piensa que hay más de un billón de páginas web indexadas en Google y para competir en esa jungla no puedes despistarte. No hay milagros en el trabajo y a veces cuesta que vean tus aportaciones. 

Por ejemplo, si te dedicas a los contenidos para SEO y ofreces textos de calidad, un cliente que sabe puede consultar las estadísticas y saber en seguida cómo van posicionándose tus textos. Por eso podría relacionar las ventas y repercusión (semanas después) de los mismos. Pero eso es muy poco habitual, aunque son los clientes más fieles y saben que aunque tus contenidos sean más caros, lo valen.

En general no pasa eso. Los clientes se dejan aconsejar o han oído que publicar a menudo en un blog les posicionará mejor y favorecerá el que más personas accedan a su web. La pega viene cuando empiezan a impacientarse o creen que es algo mucho más rápido.

Te cuento un caso. Yo llevo años escribiendo para un blog que, hace poco, ha tenido un reconocimiento interesante. Lo han nombrado uno de los mejores blogs del sector para inspirarse y con las mejores puntuaciones del ranking.

Calidad de contenido: 5 estrellas


Imagina todos los artículos que he escrito durante este tiempo hasta llegar a aquí. Sin duda un trabajo constante y que debe mantenerse para lograr estos resultados. Por eso es importante que esa constancia haya calado en ellos, para que crean en su trabajo, para que sepan que siempre hay opciones y para que sigan adelante pese a todo.

Hay un niño que gana dinero hablando de lo buenas que están "les pilotes" que hace su madre, otra chica que ha alcanzado los ingresos millonarios por vender un coletero diferente y un hombre que se hizo de oro con una app de pedos (has leído bien). Si esto ha funcionado, cualquier cosa puede hacerlo y a veces solo es cuestión de eso, constancia y fe.

Me encantará seguir formando parte de la gran familia de la Lanzadera con Valores de Valencia.


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