Es verdad lo que nos decían de pequeños, que al pasar los 30 todo va mucho más rápido ¿o eran los 25?
Creo que eso pasa porque gran parte del tiempo estamos en piloto automático. Mi profesor de inglés diría que "nos metemos en la bola", como si ya hubiéramos encontrado nuestro lugar en este contexto y, al integrarnos, nos dejamos llevar y solo seguimos adelante. Él lo aplicaba a esa formación de las frases tan particular de los ingleses y americanos, esa tergiversación en la ubicación de las palabras, comparado con nuestra construcción de frases. Era como "deja de pensar en castellano y entra ya en la bola, automatiza la sintaxis".
Supongo que no suena especialmente sexy, pero no creo que vaya muy desencaminado.
Pasamos los días como si estos no tuvieran finalidad en sí mismos, como si fueran el trámite para llegar al fin de semana o al tiempo libre o a las vacaciones. Y, cuando llega ese esperado sábado, toca completar todas las tareas que por cansancio o por desidia se nos han ido acumulando en los días anteriores o hay trabajo pendiente (sobre todo en mi caso) o toca visitar a la familia.
"¡Et voilà!", vuelve a ser lunes. Todo un despropósito.
Creo que los que sois padres lo vivís todavía a más revoluciones, porque no solo son vuestras tareas, sino también las de vuestros hijos; recordar horarios de todos, citas médicas, rutinas y todo lo que incumbe a cada uno de ellos. ¡Mucho ánimo!
Y, bueno, como tú y yo no tenemos secretos, te diré que estoy un poco tristosa. Más bien entre enfadada y decepcionada conmigo misma.
Lo cierto es que yo siempre he sido independiente, ya sabes, con 16 años estaba independizada y quizás antes ya hacía vida por libre en casa. Es posible que por eso me cueste pedir ayuda o desanimarme (al menos oficialmente) o rendirme o sucumbir a lo que sea. Es como esa carga constante de pensar que yo dependo solo de mí y que es mi responsabilidad mantener mi solvencia, mis objetivos, mis logros o mis metas, como quieras llamarlo, al día y en orden.
Dicho de otra forma, que soy muy exigente conmigo misma y que no me permito parar.
Por eso o por todo lo que eso supone, llevo un par de semanas sintiendo que estoy fracasando en mis obligaciones para conmigo. Lo que se traduce en una serie de vídeos motivadores que veo en cuanto tengo un rato libre. Algunos sobre la disciplina, otros sobre la simplicidad y otros que simplemente me aportan otro punto de vista.
Siempre me sorprende la cantidad de formas en las que se puede abordar un mismo punto. Alguna vez hemos comentado eso de "ver un 6 o un 9" según en el lado que te encuentres ¿recuerdas? Ambas posturas son ciertas, pero no inflexibles. Sin embargo, hay muchas más opciones.
¿Habías notado que nos cuesta menos cuidar de otros que de nosotros mismos? Me explico. Si tienes a tu cargo a una mascota, una persona, un niño (hijos o familiares), seguramente te será mas fácil hacer las cosas bien, ser disciplinado o impecable en tus rutinas.
No obstante, la cosa cambia cuando a quien tienes que cuidar es a ti mismo. Aunque bueno, quizás a ti no te pase, pero a mí sí. Me da mucha más pereza quererme, cuidarme o mejorarme, incluso ser asertiva es a veces un reto. Por eso también escribo con agilidad y constancia para otros, pero llevo mi novela, mi libro y blog con cierto retraso.
Ahora estoy en uno de esos pequeños baches y tengo que recargarme de nuevo; reafirmarme, conectar conmigo y mis necesidades, aumentar mi nivel de amor propio y, finalmente, volver a ponerme en marcha. ¿Te sientes alguna vez así?
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