Solo ha pasado una semana desde que empezara por fin mi nuevo ritmo vital. Rara vez he vivido etapas tranquilas, de esas en las que dedicas el tiempo a una sola ocupación y tienes jornadas con principio y fin perfectamente delimitados. Por eso te diré que esto no es nuevo, solo que ahora tengo más de 40.
Sigo manteniendo mi empresa y dando servicio, no me voy a dar de baja como autónomo de momento, pero ahora también trabajo para otros a tiempo "completo". Es un proyecto chulo, una empresa con varias décadas de rodaje a la que los cambios sociales le han afectado especialmente.
Ahora es momento de hacer las cosas de otra manera, optimizar en lo posible todos los procesos industriales y estructurarlos en base a ciertos parámetros debidamente probados. De esta forma la empresa podría tener otra oportunidad y aumentar su productividad. Estos procesos se basan en la filosofía del Lean Manufacturing y eso es justo lo que estamos aplicando.
Yo formo parte del equipo de mejora continua y tenemos un gran reto por delante. ¿La pega? Supongo que pensarás que hay muchas, pero la principal es que la empresa está en una localidad al interior de Alicante y yo vivo cerca de Valencia, bueno, mis gatos y yo. Lo que significa que voy y vuelvo.
Por deferencia, la empresa me paga un piso allí mismo, a 2,5 km de la empresa principal ¡todo un detalle! Y así me ahorro algún que otro traslado. Sin embargo, eso no lo hace menos complicado. Ahora paso los días a caballo entre Valencia y Alicante, trabajando en una empresa con un ritmo muy exigente y dedicando a la mía propia el tiempo libre que me queda al terminar la jornada. ¡Una locura!
Supongo que en unos meses barajaré otras opciones, pero ahora no. Es pronto para tomar decisiones y bueno, yo puedo con todo ¿no era así?
En estos días que me he estado empapando de la situación que vive esta otra empresa o mi nuevo segundo empleo, me doy cuenta de que cuantos más detalles conozco, más capacidad de mejora veo. Hay mucho que hacer y muchas opciones de mejora, solo hay que empezar, ponerse en marcha y empujar la bola para que siga rodando.
Pensarás que debo poner el freno, tener tiempo libre, más hobbies y todas esas cosas que suelen decirme algunas personas, pero es que soy incapaz. Cuando he tenido más tiempo libre se me han ocurrido más nuevas ideas o me he enfrascado en más proyectos ¡no lo puedo evitar! Mi cabeza necesita un cierto ritmo de actividad y no sé cómo puedo modificar eso. Quizás es solo una programación genética, como cualquier otra.
Ahora no tengo pareja y eso también es difícil. Voy a un ritmo complicado de seguir y también de entender y lo peor es que encontrar a esa pareja no es una prioridad para mí, con lo que relego la tarea a los últimos puestos de la lista ¡por eso digo que es difícil!
Esta nueva vida me ofrece muchas oportunidades de aprender y seguro que me plantea muchos problemas que tendré que afrontar, lo que supone un gran estímulo y no puedo negarte que eso me pone mucho. Debo ser una yonqui de los retos empresariales o una emprendedora compulsiva, lo que te suene más sexy.
También me digo a mí misma que debo dejar sitio para el deporte, que necesito ese desahogo y me recarga tanto la energía que no lo puedo dejar de lado.
Por circunstancias, ayer pensaba justo en esto último, en nuestro equilibrio personal, en el deporte y en la salud.
Muchos de nosotros solemos tomar decisiones de forma reactiva; nos encontramos mal, acudimos al médico y cuando parece que la cosa va a ponerse fea, tomamos medidas al respecto o decisiones bastante radicales. ¿Cuántos casos conoces de personas que han dejado de fumar tras un susto o una muerte por cáncer de pulmón cercana? ¡Así somos!
Sin embargo, cuando estamos más delgados sí que percibimos ciertas ventajas, cuando comemos mejor también nos sentimos más cómodos y ligeros. Yo, por ejemplo, cuando ceno mucho tengo pesadillas y es algo que me pasa el 100 % de las veces.
Este verano me puse a prueba, probé el reto de estar una semana entera sin comer, solo con agua. Y, después de los tres primeros días, todo iba bien. Pero lo más sorprendente era el ser consciente de que estaba viva, llena de energía y podía dedicar más de una hora a caminar cada noche con el estómago completamente vacío ¡podía sobrevivir sin alimento y cumplir con todas las funciones o tareas diarias! Increíble. Un shock mental todo eso y una experiencia interesante.
Me repito lo importante que soy para mí, lo esencial de mantenerme lo más sana posible para evitar cualquier problema, para vivir mejor o para tener una mejor calidad de vida.
Esta situación vírica nos pone a prueba. Es un enemigo que no podemos ver y no estoy segura de que lo podamos evitar. Pero un acto de amor significativo es cuidarnos, priorizar el placer de estar bien al placer de comer, beber o zamparnos todo el turrón que haya en casa.
Es como volver a la cultura del esfuerzo. El placer inmediato versus la recompensa futura.
¿Qué vas a hacer tú por ti?
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