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Las relaciones, otra vez

El tema de las relaciones debe ser uno de los más tratados del mundo o el que más, sin desmerecer al coronavirus y su popularidad. Y es que está presente en blogs, como el mío, en canciones, en poemas, en libros de todo tipo y en la mitad de los memes que circulan por el mundo. Pero, a pesar de todo, se merece todas las palabras, vídeos e imágenes que estén por venir.

Uno de los motivos por los que yo escribo aquí es por lo mucho que a mí me ayuda expresarme así en general. Me ordena las ideas, las clasifica y las acomoda dentro de la estructura que debe haber en mi cabeza. Además de que el hecho de expresarlas es otra forma de entenderlas, al menos para mí.

Y, respecto a las relaciones, es que somos un desastre ¿no te parece?

Hace unas semanas hubiera saltado a la piscina y ahora tengo que atarme para no hacerlo, porque sé que apenas hay un dedo de agua y volveré a pelarme las rodillas ¡o peor!

Quizás es algo animal, un instinto físico, algo que nos aprieta desde dentro y que hay que atar o contener para que no tome forma. Supongo que el calor normal de todos los principios y que despés se va mitigando. A pesar de creer que a partir de los 40 una puede ya gozar de cierta libertad para hacer y deshacer lo que quiera... No es así. El sentido común no me deja. Supongo que es más el tema del cariño y el dejarse llevar, aunque solo sea para desahogarse un poco. 

Uno de los problemas es la pasión. Yo creo que a veces me desborda y se me escapa sin querer, aunque supongo que este desamparo social podría ser en parte culpable o puede que solo sea el resultado normal de un interés personal.

Cuando he conocido a alguien que podría colocarse entre las personas más importantes del momento (parece publicidad de la alfombra roja), mi cuerpo me lo dice, se expresa. Ese alguien me hace reír, aunque no esté presente, se me cuela en la cabeza, me motiva los días (y las noches) y siento un interés real que ha ido en aumento hasta hace cosa de dos semanas, por el tirón de orejas del sentido común. Es normal un "progresa adecuadamente", hasta que por lo que sea se tuerce (hablo en general). Y, si siguiera en línea recta, supongo que derivaría en un enamoramiento, si es que dura lo suficiente como para perder ese pequeño control sobre uno mismo.

Todo ese alboroto puede ser más o menos lento, quizás hablamos de varios meses, pero no puede contenerse ni valen los paréntesis, eso es para las relaciones consolidadas. No tiene sentido. No es como un electro, con subidas y bajadas, quizás después de años sí que pueda pasar eso en una pareja, pero al principio no hay defectos ni obstáculos ni incomodidades. Un "ahora sí y ahora no" sería la diferencia entre follamigos, amigos o amigos con derecho, como lo quieras llamar. Algo así como "yo hago mi vida normal y si tengo un rato muerto nos vemos".

A pesar de no ser romántica, me sorprendo con la necesidad de cariño, de darlo en realidad. Cada vez son más importantes para mí los abrazos y los besos, los momentos, la intimidad y el sexo.

Después está ese otro lado, el más personal, el que me insta cada día a disfrutar de mí misma, de lo que soy y de lo que hago, de lo que quiero hacer todavía. El deporte vuelve a llenarme casi como lo hiciera antaño y me siguen pasando cosas buenas, que me sorprenden y me encantan a partes iguales. Y me di cuenta este fin de semana, cuando fui a visitar a mi madre, que también me apetece compartirlas con alguien.

Pobre, siempre es ella la que me cuenta sin parar y esta vez apenas la dejé hablar. La motivación, la pasión que te decía y el momento dulce que ahora vivo. 2020 puede que esté siendo un año muy duro, pero no puedo negar que me está enseñando mucho.

A lo mejor piensas que estoy siendo egoísta, porque también estoy muy ocupada y con bastante trabajo. Y por si fuera poco está el tiempo que me dedico a mí y al deporte, pero sé hacer excepciones y puedo valorar mis prioridades para dar más o menos importancia a lo que sea que la tenga de verdad o eso quiero creer, que sé adecuarme si vale la pena.

El caso es que ahora me debato entre asumir que soy una de esas cosas que hay en el largo listado de alguien, solo una entre un millón o simplemente aceptar la situación y dejarla correr hasta la muerte natural.

Me hizo mucha gracia conocer el punto de vista de otras personas que también aprecian su independencia y entienden otra forma de disfrutar de la vida, sin tantas complicaciones. Eso fue en las conversaciones que mantuve con otras mujeres durante la escapada a Pirineos. Una de ellas, por ejemplo, tiene desconectado el botón de las posibilidades, aunque no sé bien cómo hacerlo yo.

Ella sabe lo que quiere y cuándo y no hay razón para expresar pasión más allá de haber cumplido con el cometido físico de rigor. ¿Será eso lo que a mí me están planteando sin que me dé cuenta? 

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